
Rommel Pacheco y las señales políticas en la mañanera
Uno de los mayores retos que tiene el próximo gobierno en Guerrero, es el restablecimiento del tejido social y de la cohesión social en la entidad que está prácticamente desecho. Podemos definir a la Cohesión social como, “la capacidad de una sociedad de absorber los cambios y los conflictos sociales mediante una distribución democrática de sus recursos socioeconómicos (bienestar), sociopolíticos (derechos), y socioculturales (reconocimiento), por medio del Estado, del mercado, de la familia, y de otras redes comunitarias y de la sociedad civil.
De acuerdo con datos estadísticos oficiales en México el 46.1% de las mujeres de 15 años y más ha vivido algún incidente de violencia por parte de su pareja; un 20.6% de las mujeres declaró haber sufrido violencia laboral; más de un 4% refirió hostigamiento sexual.
Asimismo, refiere que, uno de los obstáculos que más enfrentan las mujeres para lograr su autonomía económica es el trabajo no remunerado que realizan en sus hogares (tareas domésticas y cuidados de infantes, personas adultas mayores, personas con discapacidad y enfermos/as). En el ámbito educativo todavía existen desigualdades, en virtud de que de acuerdo con datos censales se identifica como los grupos con mayores rezagos educativos a mujeres adultas mayores y mujeres indígenas, que presentan tasas de analfabetismo de 28.7 y 35.1%; asimismo, un problema grave es la escasa participación de las mujeres en la toma de decisiones ya que su presencia en los poderes de los tres órdenes de gobierno no alcanzan ni un 24%. Que el 76.7% del trabajo doméstico y de cuidados lo realizan las mujeres, y que particularmente, el trabajo de cuidado implica tanto la promoción de la autonomía personal como la atención y asistencia a las personas que presentan algún grado de dependencia, entendiendo que la persona dependiente requiere de la atención sanitaria prestada en su domicilio por personas de la familia o de su entorno, que no reciben remuneración por ello y cuya ayuda no es organizada por institución pública o privada alguna, denominándose también cuidados familiares.
Las mujeres, al asumir por roles de género un perfil de cuidadora informal, deben hacer frente a diversas situaciones cuyo costo emocional afecta tanto a su persona como a la relación que ésta mantiene con la persona atendida y el resto de su entorno personal, sentimental, familiar y social, lo cual se agrava a medida que se hace más compleja y continua la atención.
Esta persistencia de la violencia y discriminación por motivos de género, impactan en las relaciones familiares, comunitarias, laborales y sociales, con efectos multiplicadores, entre los que se identifican: la transmisión intergeneracional de la violencia, de situaciones de pobreza, de la erosión del capital social y una menor participación en el proceso democrático, haciendo que más de la mitad de la población en México vive desigualdades en el ejercicio de sus derechos humanos: sociales, económicos, políticos, culturales, sexuales y reproductivos mediante prácticas discriminatorias y excluyentes, por lo que es fundamental generar estrategias integrales para abatir esta desigualdad.
Esta es la situación que priva con las mujeres en pleno siglo XXI, en nuestro país. Parece que con las políticas públicas basadas en la equidad de género, el gobierno mexicano trata de paliar un poco el desgarrador panorama que se menciona en los párrafos anteriores.
Durante las últimas décadas las mujeres mexicanas han librado una lucha por el reconocimiento de sus derechos. El camino no ha sido fácil porque han enfrentado a lo más complicado y lento de cambiar: la cultura.
A partir de ese cambio de paradigmas que concebían a las mujeres como inferiores a los hombres, en prácticamente todos los ámbitos de la vida, se han podido cambiar leyes e impulsar presupuestos y políticas públicas que han ido reduciendo la brecha de desigualdad.
Las mujeres son tan responsables, que le meten a sus hogares 70 por ciento de sus ingresos, mientras que los hombres sólo lo hacemos con entre 30 y 40 por ciento. Y aunque a veces su trabajo no sea reconocido, porque lo hecen en casa, este trabajo representaría 15.6 por ciento del PIB. Y son más trabajadoras que los hombres, son responsables de 54.2 por ciento de las horas laborales en el país. Es decir, por cada 10 horas de trabajo de las mujeres los hombres solo trabajamos 8.5 horas.Es más tres de cada cinco micro, pequeñas y medianas empresas que se abren en la actualidad son encabezadas por mujeres.
También, la violencia en contra de las mujeres se mantiene en su máxima y más deplorable expresión: el feminicidio. Sólo en los últimos siete años, los casos de feminicidio en México superan los 15 mil. El caso de la candidata a presidente municipal de Ahuacotzingo cruelmente asesinada la semana pasada, da prueba de ello. La instrumentalización de las mujeres va en aumento con la creciente industria de la pornografía y mención destacada merece la trata de personas, cuyas redes criminales en el mundo trafican al año con cerca de 12 millones de personas, la mayoría, mujeres y niñas. El matrimonio infantil forzado, la mutilación genital, las muertes por lapidación y la negación de derechos tan básicos como poseer propiedades o conducir un auto, son prácticas que aún persisten en muchos lugares del mundo.
En fin, el término equidad en México y en Guerrero es sólo eso, un término y no una obligación. Que aunque plasmada en la Constitución poco o nada se respeta. En el campo de la representación, aunque se han ganado espacios, aún hay un claro desbalance en la presencia de las mujeres en puestos de decisión, tanto en el ámbito público como en el privado. Por ejemplo, en el mundo sólo 22% de las y los parlamentarios nacionales son mujeres y sólo hay 24 jefas de Estado o de Gobierno. En el ámbito empresarial sólo el 31% de los puestos de alta dirección son ocupados por mujeres y sólo 7% de los miembros de juntas directivas de las empresas mexicanas son mujeres.
Reforzar el concepto de igualdad como elemento fundamental del desarrollo de los países de la misma manera que se hace con el crecimiento económico, la paz o el respeto al Estado de derecho, es muy relevante. Por eso el proyecto de la nueva Agenda de Desarrollo posterior al 2015 de la Organización de las Naciones Unidas contempla dentro de sus 17 objetivos uno enfocado a la igualdad de género. Por lo pronto, hay que refrendar el compromiso por la igualdad entre hombres y mujeres como un elemento indispensable en la construcción de un mejor mundo y un mejor país.