Teléfono rojo
Un tema muy sensible vuelve a relucir en estos tiempos electorales guerrerenses: el de la explotación inmisericorde de los jornaleros agrícolas , en los campos agrícolas del norte del país, y es que la siguiente administración estatal deberá adoptar una política pública y medidas estrictas de protección a este grupo tan vulnerable de la población indígena, que huyendo de la pobreza ancestral en la que viven, buscan un trabajo digno para sobrevivir, y encuentran esclavitud y muerte.
Y es que en este mes de marzo, se ha vuelto a destapar la cloaca de explotación a jornaleros , en los estados del norte del país. Fue Colima y después San Quintin en Baja California Sur, donde indígenas provenientes de Chihuahua, Guerrero y Oaxaca pusieron nuevamente en el ojo del huracán las condiciones de esclavitud moderna, en que vive, este grupo tan vulnerable de población. Y me pregunto qué hace la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en aquellos estados del norte, al respecto, cuando se tiene un programa de inspecciones a campos agrícolas donde se supervisan las condiciones de vida y estancia, el no trabajo infantil, el no uso de plaguicidas y las condiciones generales del trabajo.
Y es que cada año, en noviembre, aproximadamente 25 mil jornaleros agrícolas, la mayoría indígenas del sur del país, abandonan sus pueblos para trabajar en los campos de Baja California Norte y Sur, Colima, Jalisco, Sinaloa, Sonora entre otras entidades, donde ganan 70 pesos diarios por jornadas de ocho a 12 horas, en promedio.
En el país existen unos 2500 ranchos exportadores de hortalizas que ocupan mano de obra barata y envían capataces a enganchar campesinos e indígenas, principalmente de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz, con la promesa de buena paga, transporte y alojamiento sin costo. En la mayoría de los casos los acuerdos son sólo de palabra. Pero al llegar a su nuevo lugar de trabajo, donde permanecerán hasta junio, los jornaleros y sus familias se dan cuenta del engaño: salarios muy menores a lo ofrecido y condiciones de vida que rayan en la miseria. Los que no hablan español enfrentan mayor desventaja.
A partir de ese momento vivirán en pequeñas casas de lámina y madera, en cuadras polvorientas, donde tendrán que compartir baños y lavaderos, padecerán promiscuidad, infecciones y violencia intrafamiliar. ”Lo que importa a los patrones es el producto, no el trabajador”, y que considerar que la migración interna en el país ”no es visible” para la sociedad ”y no está en la agenda de los políticos”, a pesar de que los migrantes internos son muchos más que quienes cruzan la frontera con Estados Unidos. Aquí el pago es de 70 pesos por jornadas hasta de 12 horas; no hay contratos, y cuando existen son colectivos y manejados por la cobra la cuota. Muchos ni siquiera saben que están sindicalizados.
Según el programa nacional de jornaleros agrícolas, en el estado ya no existían grupos indígenas importantes y por ello no existe infraestructura para atenderlos; no hay maestros bilingües ni organismos públicos o asociaciones civiles que los apoyen. Sin embargo, tanto la Comisión Nacional de Derechos Humanos como la Procuraduría de la Defensa del Trabajo reportan sólo quejas aisladas de los jornaleros.
El país cuenta hoy en días con las reformas estructurales que requería, pertenecemos a la OCDE, tenemos tratados de libre comercio con las principales economías del mundo, pero ciertamente hay un ambiente de desasosiego en el país. Existe desilusión por los gobiernos que nos ha traído la democracia. Se entiende. La economía lleva dos años a la baja. El caso Tlatlaya nos enseñó que siguen presentes los abusos a los derechos humanos. Iguala fue un recuerdo de que la barbarie domina en algunas regiones. Los casos de corrupción abundan en todos los niveles gubernamentales. Los periodistas que destapan las cloacas son despedidos de su trabajo. Se habla, luego entonces, de anular el voto en las próximas elecciones, de no ir a votar o de boicotear los comicios. Persiste la explotación laboral, Sí: son tiempos de desasosiego, y lamentablemente estamos cayendo en una vuelta al autoritarismo del pasado. Que Dios nos guarde tantos males.
ES CUANTO