Foro político
El marino que desnudó al sistema
Las declaraciones del ex secretario de Seguridad Pública de Acapulco Alfredo Álvarez Valenzuela a medios nacionales, desnudan la falta de apoyo institucional a los policías que se toman en serio la lucha contra la delincuencia y las complicidades oficiales y políticas que obstaculizan su labor.
Sus fuertes señalamientos respecto a que la policía de Acapulco es la delincuencia organizada escandalizaron al gobierno municipal de Evodio Velázquez Aguirre que, por su ya conocida inmadurez, de inmediato se puso el saco y viajó a la Ciudad de México para evadir desesperadamente su responsabilidad.
Pero en esta historia, el protagonismo pendenciero de Evodio no es lo relevante. Lo realmente interesante de las entrevistas que ha dado Álvarez Valenzuela, en particular la del periódico Reforma que maneja su titular en tiempo presente: “Tiene Acapulco narcopolicía”, es que evidencian el lugar que el sistema político mexicano parece reservar a las personas que como él, se atreven a enfrentar a los grupos criminales en este país.
El capitán de la Marina que cuenta con una amplia trayectoria en la Policía Federal, asumió el cargo de secretario de Seguridad en Acapulco en diciembre de 2013 y tras iniciar la certificación de la policía recibió amenazas de un grupo delincuencial y un paro de los uniformados.
Por cierto que al segundo día del paro (esto no lo dice el ex jefe policiaco pero hay memoria de ello en la hemeroteca), el 19 de abril de 2014 a las 16:50 horas, Evodio Velázquez Aguirre en su calidad de secretario general del PRD acudió a solidarizarse con los policías a los que dijo:
“Venimos a solidarizarnos, no venimos solamente escuchar su demanda sino a ver en qué podemos actuar, lo que puedo y vengo decirles, desde que ustedes han confiado muchas veces en el PRD y hoy no podemos nosotros dejarlos solos”.
Y de acuerdo con lo declarado por Álvarez Valenzuela, el 10 de mayo un sobrino del gobernador perredista Ángel Aguirre Rivero y el secretario de Seguridad estatal pactaron su renuncia con los policías paristas, luego de lo cual fue encarcelado.
Antes de esto fue advertido por el entonces procurador de Justicia Iñaki Blanco de que consiguiera un abogado porque iban con todo contra él. “Siento que pisé intereses del Estado”, agregó en la entrevista.
Valenzuela estuvo preso seis días en el penal de Chilapa y luego fue liberado al encontrársele inocente de la acusación por la supuesta desaparición de una persona de la que la Procuraduría de Guerrero no conocía ni el nombre, ni el domicilio, ni las circunstancias que acusaba.
“Me querían en el penal para matarme”, es la afirmación que consideró es la más grave de todas las que hizo en esa entrevista porque señala una clara conspiración de actores del gobierno en contubernio con organizaciones criminales para asesinarlo.
Un dato que no menciona pero que no se debe perder de vista, es que esa trama oficial para encarcelarlo, según dijo para ser asesinado, se da luego que Manuel Mondragón y Kalb, quien lo había enviado a Acapulco, deja el cargo de Comisionado Nacional de Seguridad. Es decir, cuando se queda sin protección política.
En México se necesitan padrinos políticos hasta para combatir el crimen. Una pésima lección para todo aquel mando policíaco que trate de cambiar el estado de las cosas para una sociedad en la que casi la mitad de los ciudadanos cree que autoridades y delincuentes son la misma cosa… ¿Por qué será?