Recuerdan en Acapulco a los difuntos con flores, anécdotas y leyendas
02 de noviembre de 2015
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18:20
Deisy Ruvalcaba/Quadratín
ACAPULCO, Gro., 2 de noviembre de 2015.- Flores tiñen el ambiente de amarillo y rosa, mientras miles de personas recorren el campo santo, recordando a aquellos que ya se fueron, pero que dejaron un legado en sus vidas.
Este 2 de noviembre, como desde tiempos ancestrales, se lleva a cabo una de las celebraciones más emblemáticas de México, y el puerto de Acapulco, Guerrero es una muestra de ello.
En el panteón San Francisco, también conocido por algunos como el panteón viejo, debido a su antigüedad, hay tumbas que datan desde 1817, de acuerdo con la administradora del mismo, Susana Curiel García.
Ella recordó al niño Raulito, conocido por algunas personas como el “niño milagroso”, quienes llevan algunos regalos para agradecer, lo que ella llama “favores” concedidos.
Susana Curiel recordó que desde hace ocho años, se conoce la historia de Raulito, debido a una madre que llevó a su hija al panteón, quien se encontraba desahuciada y al pedir por su salud a Raulito, esta sanó.
Por su parte Narciso Rodríguez, como cada año fue a llevar flores a la tumba en la que se encuentran su abuela, su padre y un sobrino que falleció al año de edad.
Afirmó que eran siete hermanos en total, pero fallecieron cuatro, por lo que acude con su familia no sólo a este panteón, sino al de Santa Cruz, donde están enterrados otros familiares.
En el panteón de Las Cruces, uno de los más visitados en estas fechas, el oficio del músico se hace presente.
El músico Margarito Serrano Rosas afirmó que ante la crisis económica, cada vez son menos las ganancias, pues mientras en años anteriores, ganaban de entre 800 a mil pesos, entre el año pasado y el presente, sólo llegan a ganar entre 300 y 500 pesos, sin embargo, entonó con gusto junto a sus compañeros, una canción.
Por su parte, la señora Noemí Barrueta Hernández, recordó a su hijo, quien a los 20 años, murió en un accidente automovilístico y expresó lo difícil que es poner el altar de día de muertos a un hijo.
Elvira Pacheco, afirmó que su esposo, originario de Veracruz, pese a que radicaban en Cuernavaca, le pidió que lo enterrara en Acapulco, por un motivo muy importante, pues fue en el lugar en el que ellos se conocieron.
Mientras tanto, Alejandro Sarabia González, visita desde hace 27 años la tumba de su madre, a quien recuerda con gusto, por su forma de ser.
Es así como a lo largo del día, miles de personas recorren la última morada de sus seres queridos, quienes viven en sus recuerdos.