Anda Fulgencio Bustamante Por senderos turbulentos y apacibles de Taxco
ACAPULCO, Gro., 7 de diciembre de 2024.- El símbolo turístico de México ante el mundo, los clavadistas de La Quebrada de este puerto sumaron tres generaciones de deportistas en 90 años que este sábado develaron la placa conmemorativa.
La valentía y arrojo en cada salto desde los acantilados en las tres generaciones han buscado innovar, pero han partido de vencer el miedo y aprendiendo una técnica, entendiendo la dirección y fuerza del viento en el momento del impulso, porque en cada caída al agua todo forma parte de un espectáculo para los turistas.
En entrevista con Quadratín Guerrero, los veteranos clavadistas, Jorge Mónico Ramírez y Horacio Antonio, integrantes de la segunda generación de clavadistas de La Quebrada que fueron admitidos durante la asamblea general de socios en 1985, coincidieron en que cada miembro del espectáculo tiene una historia que contar.
Con ellos, contó Horacio, hubo nuevas propuestas acrobáticas que incluyeron la vuelta y media, el holandés, el salto al frente y los shows con fuego como la fogata, que consistía en incendiar un círculo en el agua hecho con periódico en el cual el clavadista debía atravesar cayendo al mar.
Horacio lleva apenas dos años sin lanzarse de los riscos, pero era uno de los que llegaba a los 36 metros de los riscos para arrojarse al vacío.
“Con los años uno aprende a conocer el lugar, la profundidad, la altura el viento y saber vencer el viento en el momento del impulso, porque cuando se está cayendo, todo se pierde hasta llegar al agua”, expresó.
Jorge Mónico, segunda generación de los clavadistas, dijo que rumbo al centenario, el festejo por los 90 años del espectáculo continúa.
Mencionó que la primera generación de clavadistas eran pescadores, que sin conocimiento ni técnica, llegaba a pescar a los acantilados que luego hicieron de ese espacio el ícono de la promoción turística del puerto en el mundo.
“Jugaban, nadaban y después se tiraban de La Quebrada, aunque hubo muchos accidentes en las caídas porque no había quién los orientara, pero la tradición siguió y cumplió 90 años”, expresó.