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El triste asesinato de tres jóvenes creativos
La nota:
Tres jóvenes, uno de ellos de nacionalidad estadounidense, fueron asesinados con armas de alto poder y ejecutados con tiro de gracia por un comando armado en la playa de Corralero, municipio de Pinotepa Nacional, en la Costa Chica oaxaqueña, cuando realizaban imágenes con un dron para un documental sobre la música y la cultura de esta región.
Los jóvenes sepultados este martes en el Panteón Municipal de Pinotepa Nacional eran José Luis Martínez, de 25 años, licenciado en Ciencias de la Comunicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y los hermanos José Carlos y Daniel Zaid Baños Rojas, de 24 y 19 años, respectivamente.
José Carlos, con ciudadanía estadounidense y estudiante de la Universidad de Berkely, su hermano y un amigo que los acompañaba fueron perseguidos por hombres armados que viajaban en un vehículo Versa gris-azul que les dio alcance cuando salían del poblado de Corralero.
Los hechos sucedieron el domingo pasado entre 7:30 y 8:30 de la noche. Los hombres armados les comenzaron a disparar a dos de los jóvenes que viajaban en una camioneta que recibió decenas de impactos de balas de alto poder.
El conductor de la camioneta alcanzado por el fuego que provenía del Versa se estrelló a un lado de la carretera. Hasta ahí llegaron los agresores y ejecutaron a José Luis y Juan Carlos.
Mientras, Daniel Zaid escabullendo las balas se daba a la fuga en la moto en que viajaba. Finalmente fue alcanzado, torturado y ejecutado cinco kilómetros adelante rumbo a la comunidad de El Ciruelo. Los presuntos culpables, según vecinos de Corralero, “son fuereños” que viven desde hace algunos meses en ese lugar.
La historia:
Dos de estos dos jóvenes, José Carlos y Daniel Zaid, son hijos del cantante y productor musical pinotepense Fernando Eloy Baños, fundador de varios grupos musicales, entre ellos Bandoleros. Mi pariente y amigo.
Los primeros días de enero me habló Fernando Eloy desde Los Ángeles donde residía para pedirme de favor que ayudara a uno de sus hijos que estudiaba música en Berkely a realizar unas entrevistas con cantantes y músicos de la Costa Chica guerrerense y oaxaqueña que se plasmarían en un documental sobre la música popular de estas regiones.
Sin dudarlo acepté. El jueves 7 de enero a las seis de la mañana me habló José Carlos que ya estaba en el aeropuerto de Acapulco con todo su equipo. Le pedí que se trasladara al Restaurant 7 Leguas que se encuentra por ese rumbo y que ahí citará a los artistas que se iban a entrevistar.
Al llegar al lugar, ya estaba todo el equipo instalado y ya se había sumado el hermano menor de Juan Carlos, Daniel Zaid, que vino manejando desde Pinotepa Nacional a recoger a su hermano y ayudarlo en la grabación del documental. Los dos hermanos eran músicos desde niños y miembros del grupo musical Los Hijos de la Banda de fama artística bien ganada por el rumbo.
Durante unas tres o cuatro horas entrevisté a mi paisano Pepe Ramos, Johny Montejo y a Balta “La Momia” de Fiesta 85. Quedé con los retoños de mi pariente Eloy que en los próximos días continuaríamos con el resto de intérpretes y compositores que viven entre Acapulco y Puerto Escondido.
Me despedí de ellos y ya no supe más hasta que recibí la infausta noticia de su muerte en ese territorio de impunidad controlado por la delincuencia.
La triste noticia del asesinato de tres jóvenes creativos, inteligentes, que al grabar algunas imágenes de las playas de Corralero con un dron para colorear el documental construían algunos de sus sueños: la realización de un documental sobre la música de su tierra y que pudiera ser difundido en los Estados Unidos. En su memoria buscaré la forma de concluirlo con su padre.
¿Confusión? No debe haber perdón, se debe exigir justicia en una región de Oaxaca silenciada por la violencia y en donde la nota de cada día es la desaparición, la tortura y ejecución de jóvenes, hombres y mujeres, algunas víctimas inocentes de la guerra de baja intensidad que realizan ahí los dueños del “cristal” y de las drogas. Una maldición que está matando a todos poco a poquito.