Teléfono rojo
Un diálogo AMLO-Astudillo sobre las elecciones
Lo oí. Y si lo dijeran ante mí, sin decirme que lo guardara en mi pecho se los contaré a ustedes, sin desvelar la secrecía de la fuente. Sólo quiero decirles que el portavoz de la versión es absolutamente confiable.
Ahora, si los actores principales de este capítulo del culebrón no fueran estrellas de la movida política nacional, ni se los contaría. Tampoco ustedes estuvieran siguiendo estas palabras para encontrar la perla informativa que aconteció en nuestra entidad sureña, durante la larga gira del presidente Andrés Manuel López Obrador, en el pasado fin de semana.
Insisto, si los personajes que dieron vida a esta breve historia, que es toda una revelación sobre lo que ocurrió en el pasado proceso electoral, no fueran centrales y el fondo y la forma no sirvieran para un análisis profundo, pues ni le hubiera tomado importancia ni se los contaría.
Incluso, si la fuente no fuera creíble pasaría sólo como un chisme. Pero fue verdad.
No es una invención, más bien es una cápsula de lo real maravilloso que es la cultura política nuestra, que transita entre la modernidad y el pasado. Entre lo viejo y lo nuevo. Entre lo que aún no muere y aún no nace: la democracia sin adjetivos.
El contexto de esta cápsula es el anticlimático desenlace del proceso electoral en este sur Amate de Mar y Montaña, como llamó a Guerrero un vate de cuyo nombre no logró recordar.
Mario Moreno, el candidato priísta que fue cobijado en una alianza contranatura con el PRD inició la campaña con 35 puntos abajo para concluir con 4 puntos de diferencia con una candidata inesperada, como lo fue la ganadora de Morena, Evelyn Salgado Pineda, después de que el INE bajó de la contienda de mala manera al senador Félix Salgado Macedonio. La candidata de Morena triunfó con una diferencia de 60 mil votos. La marca Morena y su pesada maquinaría federal de popularidad pasó sobre todos los partidos conocidos.
Este resultado dejó a un PRI sin cabeza, avasallado, doblegado, vencido, pero no muerto y en donde los guerrerenses añorantes del pasado le dieron su confianza para que gobierne en los próximos tres años en algo así como 35 ayuntamientos y tenga en el Congreso a 12 diputados.
De lo perdido lo que aparezca.
Después se vieron brotes rebeldes, protestas graneadas, disputas por el resto del enfermo aún intubado. Hasta que el dueño del circo puso control en la jaula.
Ahhh… pero yo recuerdo que aquí les iba a contar algo, así que hay les va, como me la contaron a mi.
Cuentan que en un momento de la intensa gira del presidente, éste le dijo con seriedad al gobernador Héctor Astudillo, dentro de esta relación afectiva, de piropos mutuos in crescendo que se traen ambos y que despierta fundados celos entre algunos morenos caídos del cielo de la 4T.
–A ujtedej no lej fue tan mal en la’jelecciones –le dijo AMLO al gobernador.
–No –dijo seco el guerrerense.
–Pero j’esos votos loj obtuvijte tú –le respondió el presidente, mientras le golpeaba el hombro.
Pero Héctor Astudillo, político de pocas pulgas, remember los abucheos de Tlapa, bien pudo haber respondido, o tal vez hasta lo pensó, pero se lo quedó en la punta de la lengua:
–También esos votos de Morena en Guerrero no lo obtuvieron sus candidatos ¡Los obtuvo usted!
Finalmente no se lo dijo el gobernador, pero el columnista piensa que nuestro presidente lo sabe.