El presupuesto es un laberinto
La importancia de llamarse Maricela (y apedillarse Ruiz Massieu)
El apellido Ruiz Massieu ha sido un lastre para Acapulco y el estado en los últimos años. Una especie de condena histórica para los acapulqueños sometidos a la injusticia, al más rancio clasismo que derivó algunas veces en verdaderas y Shakespeareanas tragicomedias, que pasaron por lo peor de la nota roja y permearon, con sus hechos e historias de vida, la nota política nacional en su versión sangrienta.
Todo esto viene a cuento porque el apellido Ruiz Massieu, derrotado por el pueblo en las grandes ligas, en el PRI nacional, a través de la cachorra de la mafia en el poder, Claudia Ruiz Massieu Salinas (sobrina de El Innombrable que le quitó el tricolor a René Juarez Cisneros) pretende retoñar, si se le puede llamar así, en la decadente imagen que representa Maricela Ruiz Massieu.
Maricela, la hermana del malogrado ex gobernador, no tiene luz propia y siempre ha navegado bajo la sombra del apellido familiar. Como vemos ahora, cuando siente que se opaca, busca conectarse a la nueva corriente política hegemónica. El chiste es siempre estar pegada al presupuesto público de donde ha hecho su fortuna ahora disminuida.
Siguiendo una nota de la notable reportera Karla Galarce, sabemos que Mary, como le dicen sus amigas, fue destituida como delegada en Guerrero de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente “por acuerdo” con el secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano Alamán.
Y según el boletín de prensa de la dependencia federal, fue “en seguimiento a la instrucción del titular de la Profepa para dar la oportunidad de crecimiento laboral al personal activo en la institución, con la experiencia requerida en el tema de procuración de justicia ambiental”.
Es decir, implícitamente, la señora Ruiz Massieu se mantuvo en el cargo, donde fue impuesta durante cuatro largos años, sin contar con la formación profesional debida, sólo por la voluntad de su jefe político y el peso de su apellido, desde el principio del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto que la sostuvo ahí contra viento y marea provocados por los ambientalistas.
Días antes de su opaca salida, tras bambalinas, el presidente de la Asociación de Propietarios del Fraccionamiento Bahías de Papanoa, municipio de Tecpan, en la Costa Grande, Jorge Armando Cerda Wggnes, denunció que “Ruiz Massieu sugería a través de sus inspectores o inspectoras que los proyectos clausurados por la dependencia contratasen despachos “de su confianza” para que continuaran “sin ningún problema”.
Según Cerda Wggnes, doña corruptita, que estará a cargo en alguna responsabilidad del ayuntamiento de Acapulco para iniciar la Cuarta Transformación por voluntad de su amiga la presidenta municipal Adela Román, como la denunciaron instruyó 19 clausuras ubicadas en 12 municipios, luego de que realizó 49 visitas de inspección en zona federal marítimo terrestre y de las cuales derivaron 15 procedimientos administrativos y 22 sanciones económicas. Se detalló que de las 49 visitas, 27 se realizaron en el municipio de Acapulco, 19 en Costa Grande y tres en Costa Chica”.
Maricela Ruiz Massieu, de quien dicen los trabajadores de la dependencia que al irse de la Profepa se llevó hasta los ventiladores, asumió el cargo el 1 de marzo de 2013, a pesar de que carecía del perfil que establece el Servicio Profesional de Carrera.
Si es realidad lo que ella misma viene difundiendo entre sus amigas, cabe uno preguntarse: ¿Quién pagará los costos políticos de esta imposición en Acapulco, que nada tiene que ver con la lucha democrática, que muchos trazaron dese hace décadas, ahora a través de Morena, hacia la emancipación?
¿Y qué podrán hacer sus amigos morenistas para defenderla? ¿Cuántos años lleva luchando y defendiendo al pueblo de Acapulco y sus causas? Yo no la he visto. La he visto al otro lado, acumulando, saqueando.
Como balde de agua fría en la cara de la gente va a caer esta determinación, este capricho, este premio a la amistad o cómo se le llame. Qué mala onda. Seguiremos pendientes. Qué mala onda de Adela. ¡Neta!