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Médula
Primeros mensajes y lecciones del presidente Andrés Manuel
Sábado primero de diciembre, buen inicio para ser el primer día del gobierno del presidente de la República Andrés Manuel López Obrador. Primera actividad: abrazar y dejarse abrazar por la gente que lo quiere.
Una ceremonia en que todos participamos, seguidores y detractores, con nuestras emociones desde el centro hasta el último rincón del país.
El mensaje enviado por el Presidente a los mexicanos y al mundo, legitimando ante el universo el mando que le dimos los que vivimos en este territorio que tiene forma de cuerno de la abundancia pero que no lo es, fue que su gobierno inicia una Revolución de terciopelo en que la izquierda mexicana, algunos aún no creen, se venía anunciando desde hace décadas y que tal vez por la sabiduría y prudencia del líder de este movimiento, se le llama Cuarta Transformación.
Y que al fin al cabo Revolución, concepto que provoca escozor en la derecha reaccionaria y santanista nacional, su real significado es transformación como fueron la Independencia, la Reforma y el movimiento de 1910.
No es mi intención teorizar aquí, sólo quiero destacar los mensajes que el Presidente de la República y su equipo nos enviaron ayer a todos los mexicanos, para que se entienda la magnitud de las transformaciones que vienen. Y para tranquilidad y preocupación de los creyentes en el Dios del Mercado: Don Dinero.
Como se dice cotidianamente: ¿les habrá ya caído el veinte a rancios y oportunistas que llegaron al poder en otras instancias y responsabilidades de gobierno a partir del pasado primero de julio?
Me refiero a gobernadores, diputados federales y locales, presidentes municipales y regidores, ¿de la altura de la responsabilidad que tienen?
Muchos, ya en el gobierno desde hace dos meses, van por la libre y como lo que los colocó en la silla, además de la fortuna, fue un golpe de suerte para repetir el guión de lo que hace un político tradicional. Y también nos han enviado mensajes que hemos entendido a través de sus acciones, que van en contrasentido de lo que escuchamos y vimos ayer sábado en la Cámara de Diputados y en el Zócalo de Ciudad de México.
No quiero ir muy lejos, quiero jalar el tema hacia acá y hablar de las autoridades encargadas de llevar la Cuarta Transformación en el estado de Guerrero y sobre todo en Acapulco. A las que para que alcancen su objetivo las debemos apoyar, pero también cuestionar cuando la inercia del poder, corrupción y nepotismo, las quieran arrastrar a más de lo mismo como los chivos al monte.
Después del triunfo del presidente López Obrador, en tertulias entre amigos, opositores y lectores, dije o escribí que los cambios iban a venir del centro, casi como mandato. Como siempre ha sucedido en este país centralista.
Todo después de lo que se veía en las acciones aldeanas y folclóricas de nuestras autoridades locales, pero sobre todo conociendo su origen, algunas de ellas sin formación ideológica de izquierda, criadas desde y con las ubres del viejo PRI.
Algunos mensajes enviados ayer y que nuestras autoridades locales electas por Morena principalmente deben de entender y aplicar, en especial, la alcaldesa Adela Román Ocampo son, a mi juicio: no mentir, no robar, no traicionar.
El Presidente llegó a cumplir con su responsabilidad en su coche sedán blanco y no en Suburban rodeado de vehículos de la Marina y la Policía armado hasta los dientes; sus funcionarios no son amigos corruptos y conocidos por sus acciones de abusos en el viejo gobierno, sino personalidades destacadas en las actividades que realizarán; no se ve a familiares del presidente en funciones como secretarios particulares o sobrinas que anden repartiendo chayotes a la prensa como en los viejos tiempos en Acapulco o haciendo negocios desde sus puestos.
La apertura de Los Pinos como Centro Cultural y el evento artístico del Zócalo constata el compromiso con el cambio. Un contundente mensaje. Rituales y espectáculos fueron trazados con responsabilidad estética y política y no se dejó en manos de irresponsables especialistas en frivolidad y negocios.
Ningún “artista” de los medios privados, principalmente del mainstream Televisa, vimos en el escenario ahí. Vimos expresiones de la cultura popular y a quienes fueron aliados en el camino. No por ello condujo Jesús Rodríguez o cantaron Liliana Felipe y Eugenia León que nos ofreció su corazón.
Pero aquí en Acapulco se prefirió la improvisación y más de lo mismo: los mismos mensajes, conductores de los eventos del viejo régimen, eventos resguardados, secuestrados, encerrados y custodiados por policías, detecta metales y chingaderas de control fascista.
Pero el más significativo de los mensajes para Acapulco. El presidente de la República, además de rechazar el nepotismo, de considerar a la corrupción como delito grave, dijo que familiares acusados de corrupción podrán ir a la cárcel. El mensaje sembró de nuevo esperanzas.
Mientras acá ya se habla de diezmos, venta de plazas, colocación de amigos y familiares en puestos claves para el enriquecimiento… pero de todo esto, mis estimados dos lectores, de esto les hablaré en la siguiente colaboración con algunos malos ejemplos en los que ya se debe de proceder para no hacer daño a esta Revolución que confirmó el sábado el Presidente de la República.
No todo está perdido. Apenas se está iniciando en el puerto la administración. Sólo basta aceptar los errores y corregir. Adela tiene que deshacerse de quienes le están haciendo daño, sus amigos, sus familiares, sus consejeros. Levántate Adela y anda.