Corrupción neoliberal
Fuera máscaras: Los Medios de Comunicación Social
Para la televisión privada y los opositores de la derecha todo lo que hace el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está mal, sorprendentemente, todo está mal, lo que significa que todo antes estaba bien.
La actitud crítica que correspondía en el pasado a los opositores de izquierda hacia los regímenes prianistas, ahora caracteriza a la prensa de la derecha.
De seis meses para acá, los noticieros con información y conductores complacientes, con información rosa, han descubierto a los olvidados, a los pobres, a los marginados, no hay hospitales funcionando, no hay medicamentos, hay escuelas olvidadas, la inseguridad ha aumentado, hay funcionarios del nuevo gobierno actual que se roban el dinero, hay corrupción, el presidente es ignorante, los indígenas están olvidados en los hospitales, mueren los niños por falta de insumos; para ellos, la realidad es una dramática telenovela con final infeliz, ya no hay milagros ni rosa de Guadalupe.
Bienvenidos a la denuncia, bienvenidos a la función de los Medios de comunicación… bienvenidos al contenido de sus nuevas telenovelas donde todo pasado era mejor.
Pero que no cunda el púnico. Siempre ha sido lo mismo. Desde su invención, los Medios de Comunicación Social (MCS) han desempeñado la función que se les asignó, brindar información de acuerdo con los intereses económicos, sociales y políticos de sus propietarios.
Esto no solo es una explicación de la sociología y la ciencia política sobre la función de estas instituciones sociales que se agregaron a otras ya existentes desde la fundación del Príncipe, el Demiurgo o el Estado.
No cabe aclarar que en el desarrollo de la sociedad siempre ha prevalecido una u otra institución sobre las otras, la Iglesia o la escuela, y desde su hegemonía, cumplir con su mandato de control y manipulación.
El marxismo explicó muy bien el funcionamiento de las estructuras y sus instituciones. Pero nada más claro que Louis Althusser, Los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE) o Antonio Gramsci y su explicación de la sociedad civil y política para entender el Estado.
Pero nunca como hoy, fuera de toda teoría política, in situ, a los ojos del ciudadano de a pie que no estudió ciencia política y también de aquellos que leyeron a los teóricos mencionados, o los que estudiaron teoría del Estado, vemos el papel de los MCS como AIE y su uso y abuso para defender los intereses de la clase económica dominante.
Todo está muy claro para quien sigue la dinámica de la información, no hay neutralidad en esta batalla mediática, pelotones de opinadores luchan frente a frente para defender sus intereses, su proyecto ideológico, en pro o en contra, cuchillo en boca—aunque algunos de ellos aún juegan a la imparcialidad y ahora a la objetividad— cuestionan y exaltan las acciones y errores del grupo que llegó al poder lo que no se hacía antes.
Los medios de comunicación y sus “intelectuales”, y los AIE como “intelectuales” de los sectores hegemónicos de la sociedad, se convierten en críticos del grupo político que pretende transformar esta sociedad históricamente desigual e injusta.
Los líderes de opinión, entiéndase opinadores, columnistas, conductores y lectores de noticias en los MCS, enarbolando las banderas de la libertad de expresión y del liberalismo más conservador, usan “su libertad” para cuestionar cualquier acción del gobierno de la Cuarta Transformación. Y hay que reconocer que nunca como ahora hemos tenido tanta libertad para expresarnos a través de los medios de comunicación convencionales y digitales.
Para los informadores, miembros del selecto grupo de los 36 beneficiarios de convenios millonarios por parte del gobierno que se fue, por ejemplo, el desabasto de medicamentos es un problema del gobierno actual, nunca se dieron que cuenta que los usuarios de la medicina pública desde hacía muchos años carecían de medicamentos y servicios de calidad.
Ahora, no hay ninguna justificación para la carencia de servicios públicos, lo que debe ser prioridad del gobierno de López Obrador, abastecer de medicamentos a los hospitales públicos, garantizar educación pública de calidad, ofrecer fuentes de trabajo a quien lo demande, como también hacer justicia a los más pobres y que los hombres del gran dinero paguen impuestos.
El debate en los medios de comunicación no sólo es un conflicto ideológico entre los que apoyan y los que cuestionan al gobierno de la Cuarta, es una arista de la lucha de clases entre dos proyectos sociales y políticos que defienden dos proyectos de nación: el México del pasado, la corrupción y la injusticia contra los que luchan por la construcción de una nación justa para todos.
Y los MCS son trincheras de los grupos afectados en sus intereses, pero también trinchera democrática donde se da la batalla por la construcción de una patria más justa para todos, sobre todo, a través de “las benditas” redes sociales.
Lo positivo y benéfico de toda esta trama de telenovela de la derecha nacional es que después de este gobierno, ni Televisa ni los suyos, ni su público, ni la sociedad serán igual. Ya faltaba esto. Suena bien, se ve bien. Fuera máscaras y que los MCS hagan su función: informar para controlar, para manipular…y las redes sociales para liberar.