¿Arte o negocio? ¡Globos de oro!
Morena sigue sin mostrar el músculo en Acapulco
Acapulco lleno de motos. Dos niñas humildes de ojos tristes en cuarto menguante hacen piruetas bajo el sol de mediodía. A su lado pasan los bólidos ruidosos de la indiferencia social y la frivolidad motorizada.
Un grupo de gente como ellos son bajados como objetos de autobuses, como abusiva coreografía de la política electoral.
Son pobres como los que se ganan la vida haciendo circo en los semáforos. Acarreados en decenas de autobuses urbanos a un mitin que se realiza en el parque de la Reina.
Una concentración del Coincidencia Guerrerense o como se llama esa cosa, que coinciden, dicen con los intereses de la quebrada Uagro. Es el inicio de campaña de Genaro Vázquez, quien busca la alcaldía de Acapulco. Unas quinientas personas amenizan la fiesta.
Allá en el Centro de Convenciones, Zeferino Torreblanca Galindo abarrotó el teatro Juan Ruiz Alarcón y aún quedó gente afuera que no pudo ingresar al recinto.
¡Cuánta oferta política en un municipio pobre donde todos hablan de solucionar eso que hace ricos a los políticos y prometen en vano combatirla!
Rumbo al Zócalo, el paso es más fluido. Una larga cola de turistas chilangos, con flotadores verdes en forma de cocodrilos, hacen cola para subir un ferry.
Al fondo de El Malecón, una mancha humana, se vislumbra atrás de la cancha de basquetbol, frente a la CROM, bajo la dorada estatua del periodista, revolucionario, héroe, dandy anti gachupín combatiente de la incipiente oligarquía cevichera, Juan Ranulfo Escudero.
No más de quinientos, tal vez 300, pero menos que los que acompañan al de Coincidencia Ciudadana.
Pocos pero eufóricos, con más pasión que presencia, festejan a la candidata del partido Morena a la presidencia de Acapulco, Adela Román, que se pierde entre el cerrado grupo, y que sólo sabemos que está ahí por su voz en el sonido local que amplifica sus promesas para recuperar Acapulco para los acapulqueños nacidos aquí y para los que hicieron de este lugar su tierra.
Adela, delante de todos promete recuperar la parte de El Malecón cercenada por la aduana fiscal, aquello que los acapulqueños de antaño bautizaron como el muro de la ignominia. Y como prometer no empobrece, prometió a los acapulqueños hasta la felicidad robada por la pobreza: trabajo para los jóvenes y las mujeres.
Rodeada de candidatos sin gente. Los que estaban eran los seguidores de Adela, los que su presencia convoca y unas decenas de seguidores de Javier Solorio, los más ruidosos. Por estar escondido, no se vio al candidato al Senado y regañado por el Peje por no hacer campaña, Félix Salgado Macedonio. Pero dicen que ahí andaba.
Atrás de Adela, el líder de Morena en el estado Amílcar Sandoval, no muy querido por los adelistas. Al lado de Adela, como sus ángeles de la guarda, Marcial Rodríguez Saldaña, tío del rector Javier Saldaña. En su flanco izquierdo, la presencia visible, con su típica boina gachupina, Ricardo Castillo Barrientos, secretario privado y ujier del ex gobernador Ángel Aguirre, que para muchos quisquillosos es el vínculo estrecho entre el ex gobernador de la Costa Chica y la candidata (en su periodo, Adela Román fue investida como magistrada).
Entre el colectivo, líderes de la izquierda, como Eloy Cisneros Guillén, Martín Hernández, profesores de la Uagro, ahí con su presencia discreta. También estuvo Eliseo Moyao Morales, el ex secretario de Finanzas del gobernador Rogelio Ortega, guerrerense con presencia histórica en la izquierda de la entidad.
Después, una trifulca entre personal de seguridad de la candidata, una docena de oficiosos que juegan a cuidar a la jefa al mejor estilo de los guarros por todos conocidos, y los representantes de los medios de comunicación.
Los aprendices de guaruras que no brindaron seguridad a quién deberían proteger, pero sí arremetieron contra periodistas, sólo lograron un enfrentamiento innecesario. La candidata pidió disculpas a los reporteros.
Después se realizó una caminata por las calles del Centro, acompañada por los candidatos a diputados desconocidos y agregaría que hasta no populares.
Al llegar al Zócalo, la mayoría se había dispersado. Ante una centena de seguidores, sin sonido adecuado para él espacio abierto, fue presentado el ex procurador Alberto López Rosas, como una de las últimas sumas al grupo que apoya a la candidata de Morena.
Después del discurso de Lopez Rosas, donde habló de su gobierno de izquierda en Acapulco, rezagado ingresó a la plaza el cirujano plástico Javier Solorio con una veintena de seguidores, organizados y ruidoso.
Se le preguntó sobre la escasa presencia para un mitin de inicio de campaña, y dijo que no hay recursos y que no se comparan como los que tiene el candidato del PRI, que apoya el gobernador Hector Astudillo.
—Ellos van a comprar 100 mil votos a mil pesos cada —me dice uno.
—¿Y usted como sabe?
—Tengo gente infiltrada en el PRI.
—¿Ramiro Solorio?
— Ese no llega tan alto, apenas hasta Manuel Añorve —dice, y le festejan sus seguidores.
La peregrinación siguió hacia los Barrios históricos. Lo que quedó claro este sábado es que Morena en Acapulco sigue sin mostrar el músculo, como lo hicieron sus adversarios en el municipio: el PRI, el PT y hasta los candidatos de Coincidencia Ciudadana. Otra vez, una vez más, la ola AMLO parece la única y esperada esperanza para Morena en Acapulco.