México ante su mayor amenaza
Las elecciones, una rica enseñanza para todos
Independientemente de cómo concluya el proceso electoral en el Estado de México, el más desaseado de los últimos tiempos según las oposiciones -elección de Estado, la han considerado izquierdas y derechas por el desmedido apoyo del gobierno federal y de esa entidad para beneficiar al candidato del PRI, Alfredo del Mazo- es materia prima para analizar y sacar muchas enseñanzas.
Sin duda, las del domingo fueron unas de las elecciones más interesantes que se hayan realizado en el país. Todas, hasta la de Veracruz, donde no hubo votación para gobernador, nos dan bastante materia para la reflexión.
Uno. Podríamos considerarlas como una especie de primera vuelta con miras para 2018, en un país donde las leyes electorales hechas a favor del actual partido en el poder no consideran este recurso de salida para una sociedad polarizada como la nuestra, en todos los sentidos, en busca de la gobernabilidad democrática.
Dos. La enseñanza inmediata, caso Estado de México, es que para echar de Los Pinos al PRI se requerirá más allá de la fuerza incuestionable de Morena, y de los simpatizantes que encabeza el líder Andrés Manuel López Obrador.
Las alianzas electorales en otros estados, no sólo con la izquierda sino incluso con algunos sectores y organizaciones de la derecha democrática, demostraron que sí se le puede ganar al tricolor. Unidos, Montejos y Capuletos, sin importar las bolsas de dinero que se distribuyan entre el lumpen para agenciarse del voto de ese otro sector de mexicanos que desde la pobreza tienen temor a la movilidad social que podría terminar con su histórica postración.
Tres. Antes, las izquierdas tendrían que revisar sin mezquindades políticas un programa fuerte de alianzas que rebase los egos e intereses de los liderazgos que la patria demanda. Si no, la historia no los absolverá.
Los ciudadanos cansados de la inseguridad, la violencia y la añeja pobreza, urgen una acción política en este sentido y de cara a la mejor historia del país, la de Morelos, Juárez, Zapata, Cárdenas.
Cuatro. Tendremos que revisar los liderazgos tradicionales que son un lastre para la izquierda en el ámbito federal y local, para buscar el sufragio más allá del voto duro. Líderes carismáticos, honestos, de preferencia que no hayan gobernado o que si lo hicieron tengan la anuencia de la población por la calidad de su gobernanza.
Ha llegado la hora de la hora de deslindarse de líderes ignorantes de la historia, que carecen de calidad moral y ética para emprender un proyecto de nación en beneficio de las mayorías .
Lo que hoy se requiere son líderes solventes moralmente, que estén distanciados de prácticas de nepotismo y corrupción y que no repitan el guión en el futuro próximo como ya lo hicieron en Guerrero.
Cinco. Por su parte, el PRI tiene que entender que ha llegado la hora de entregar la casa y que no puede seguir gobernando con el voto de menos de la cuarta parte de la población, la más pobre, la más desprotegida, la más escasa de estudios, aquella dispuesta a vender su voto para solucionar sus problemas inmediatos, posponiendo un proyecto de salvación nacional.
Ojalá que sectores avanzados de ese partido entiendan que ha llegado la hora de rescatar y retomar los destinos de la nación hacia mejores derroteros de vida, que den certezas a millones de mexicanos que habitan en una llanura seca a punto de incendiarse.
El compromiso de las izquierdas debe de ser mayor. Así lo reclama el país. El llamado a la unidad es la mayor enseñanza que dejó la elección del pasado domingo.