Teléfono rojo
Sismo, medios de comunicación y sociedad civil
¿Dónde se ocultan todos los días y todos los años estos mexicanos que abarrotan las calles de las zonas siniestradas en Ciudad de México para ayudar? ¿Dónde viven, dónde trabajan estos connacionales que cada trágico 19 de septiembre se dejan ver como hormigas trabajadoras?
Mexicanos como tú, como yo, que vemos unidos en la tragedia de Ciudad de México y que aportan su comida, su dinero, su esfuerzo físico para ayudar al otro sin importar su origen social, con el compromiso humano de “yo no soy topo, yo no soy nadie, sólo soy una persona que vino ayudar a la gente”, dice un héroe anónimo que rescata de las ruinas a decenas de niños cuando sólo pasaba por ahí y conmovido por el dolor, in situ, se hizo especialista en ayudar al otro en horas cruciales antes de que reaccionaran las autoridades.
Exacto, “los nadie”, los dueños de nada, una vez más dieron una lección de solidaridad a los que son alguien en la injusta estructura social mexicana.
Porque en Ciudad de México los más afectados no fueron los nadie, sino los habitantes de la colonia Roma, Narvarte, Del Valle y niños de un colegio particular donde estudian los dueños de algo, que en la tragedia recurrente en este ombligo del mundo, parece que no tienen nada y que en estos momentos se parecen más que nunca a todos los mexicanos.
Y mientras el mexicano real se mueve, los medios hacen su trabajo de todos los días: la desinformación, el control, el espectáculo, sacar ganancia aún en la tragedia y como parapeto del grupo gobernante que sólo encuentra espacio ahí.
En las redes sociales vemos videos, testimonios, sobre la repulsa de la sociedad, de los rescatistas, a la autoridad y a los gobernantes. Mientras, la sociedad civil que trabaja desde primera hora en el rescate, como siempre, en esta producción televisiva especial, es un actor secundario.
Quiero destacar por ilustrativa la narración, el testimonio, de la conductora de noticias de Televisa Denise Maerker, después de bajarse del helicóptero presidencial donde acompañaba a Enrique Peña Nieto a una gira hacia Oaxaca, que finalmente se pospuso. Contó ella al micrófono que observó la ciudad entre columnas de polvo, humo, y que vio al presidente de la República,y a los mandos de la Fuerzas Armadas recibir información de primera mano, manejar estadísticas y el control de la situación sobre el sismo. Más tarde, en su propia cobertura, vimos la realidad: una sociedad que con sus manos, sin herramientas, trataba de rescatar a los suyos.
La emotiva narración la hizo encaramada en una motocicleta de la policía y tránsito que la trasladaba de la base de Santa Lucía hacia Televisa Chapultepec.
Siguiendo las tres, cuatro transmisiones televisivas abiertas no fue hasta por la tarde-noche en que la Marina y Ejército llegaron a algunos puntos de la zona cero. En otros lugares siniestrados de la Ciudad son aún territorio exclusivo de la sociedad civil. No se diga en poblaciones del estado de Morelos y Puebla.
“Gobierno y ciudadanía es lo que hemos visto trabajando en la Ciudad de México”, reiteran Denise, Carlos Loret y su equipo sobre esta tragedia convertida en un show más por el canal de Las Estrellas.
¿Qué haríamos en México sin está televisión y modelo de periodismo que ya ha hecho escuela por doquier? Rescatar a víctimas no es cosa de “metiches”, dice Loret, es cosa de especialistas, y de Televisa, claro, porque sus cámaras “salvarán vidas”.
Hace 32 años los vi en la calle, salir entre los vecinos, y remover pedazos de cemento con sus manos. Hoy los veo en la pantalla de la televisión, pero también a través de familiares, amigos, que habitan allá, que se encuentran bien y que se han sumado a las acciones solidarias para ayudar. Estas acciones personales, de grupo, no las he visto mucho por acá, a pesar de que vivimos al borde de la tragedia.
¿Qué haría México sin los nadie de cada vez que es trágico el 19 de septiembre?