Sin mucho ruido
De cómo Evodio quiso ayudar al MAL o no me ayudes compadre
A posteriori del gobierno del alcalde chilpancinguense algo podemos aprender, algo nos puede enseñar su malogrado gobierno, sobre todo, aquello de que “nunca te hagas de enemigos que no estén a la altura del conflicto”, frase acuñada por uno de mis compositores preferidos, el rosarino Fito Páez.
Y MAL (Marco Antonio Leyva Mena), aunque joven junior de la capital del estado y con apariencia cosmopolita, supongo bien, nunca perdió lo provincial y nunca escuchó a Fito y nunca supo discriminar entre sus amigos personales y los ciudadanos que le exigían servicios. Se peleó con todos, con los que lo llevaron a la alcaldía y con sus adversarios políticos y decidió sólo caminar hacia el río Huacapa.
Al llegar a la capital proveniente de su congelada oficina de la delegación del Infonavit sobre la Costera en Acapulco se enfrentó a la realidad de su pueblo y en vez de mejorar la condición de sus conciudadanos se llenó las alforjas con dinero de los contribuyentes y ahora espera en su casa la determinación de la Auditoría General del Estado, que lo puede llevar a la cárcel.
Y es que MAL, por sus acciones, nunca tuvo conciencia del lugar en que se encontraba, social y políticamente hablando.
Se enfrentó con los alcaldes de los municipios vecinos, los dejó plantados cuando había que discutir asuntos torales para el desarrollo de acciones mancomunadas en favor de la capital, y cuando el problema de la basura hizo crisis todos le cerraron la puerta y Chilpancingo fue declarado en emergencia sanitaria y en el coctel más explosivo, aunado al tema de la violencia, para el partido en el gobierno y su futuro inmediato a unos meses del cambio de poderes.
Sin embargo, el alcalde capitalino, acostumbrado a la grilla y la tenebra, como Gabino Barrera no entendía razones, nunca comprendió su origen político, y en busca de salvación, de quién le cubriera el caudal de irregularidades a su paso por la comuna, buscó alianzas hasta con los enemigos políticos de su partido. Y allí fue donde el cuche torció el rabo.
Hay la percepción pública de que fue el asunto de los desechos el que catapultó la caída del alcalde. Sí y no. Pero lo determinante fue la escandalosa corrupción en su gobierno, que agravó la crisis de la basura al disponer para sus cuentas personales recursos milllonarios programados para resolver el problema de sanidad en la capital del estado.
Fue el diputado perredista Ernesto Fidel González Pérez, del grupo de David Jiménez Rumbo, quién acercó a MAL con el cuestionado alcalde de Acapulco Evodio Velázquez Aguirre (EVA), quién después de asistir al encuentro acordó dar todo el apoyo al priísta, tal vez viendo el potencial crecimiento de su proyecto en Chilpancingo.
Posterior a la reunión entre los cuestionados alcaldes, EVA convocó reunión urgente con los diputados de su partido e intentó convencerlos de detener el desafuero, argumentando que la acción podría facilitar el camino del PRD a la Presidencia Municipal de la capital del estado y que también implicaba riesgos para su gobierno. Cabe decir que no encontró consenso y algunos se opusieron a su acuerdo pactado con su homólogo priísta.
La información de los movimientos de MAL llegó a Bucareli y desde allá se acordó apoyar la determinación de su salida, que en los mandos locales estaba consensuada.
Y fue así que se le informó a MAL, quien dobló las manitas, sin respingar por el desaseo que traía en las finanzas.
Ahora hay que esperar cuál será el final de esta historia, que pretende ser tan dramática como el capítulo siguiente: la salida de su coyuntural aliado, el actual presidente de Acapulco, de la alcaldía porteña y el seguimiento de las huellas que hará la AGE y el gobierno federal a su paso por el gobierno municipal. Tiempo al tiempo.