Teléfono rojo
¡Puta madre! Cuánta violencia, cuánto dolor y no poder hacer nada contra esta escalada de muerte. ¿En qué momento se jodió Acapulco?
Consternación es lo que prevalece entre los acapulqueños de bien, afortunadamente la mayoría, muchos de ellos inmigrantes que comenzamos a llegar y poblar este puerto hace un poco más de cincuenta años.
A este bello lugar preñado de historia vinimos a trabajar, a construir, aquí nacieron nuestros hijos que son orgullosamente acapulqueños.
Voy a parecer viejo o a la mejor ya está viejo mi corazón, al decir que Acapulco ya no es como antes, un gran pueblo cosmopolita tranquilo que vivía las 36 horas de las 24 que tiene el día.
Ese es el Acapulco que nos abrazó y ya nunca más nos soltó a los que seguimos y seguiremos aquí construyendo y deconstruyendo nuestros sueños.
En ese tiempo sí había noticias como la que nos levantó el jueves a todos los porteños, entre vuelos de helicópteros y ambulancias llorando: 28 muertos en una riña entre reclusos en el penal de las Cruces.
Por otras razones se daban las mismas noticias pero no con tanta frecuencia como ahora. Todos los días y a cualquier hora del día la muerte como un fantasma recorre el puerto y el estado.
Citaré algunas bad news, good news, como dicen los güeros del otro lado del muro del hambre, atrás de la cortina de nopal, a estos asuntos que toman por la fuerza de su impacto las ocho columnas: la guerra sucia, la matanza de copreros , la masacre de Aguas Blancas, el genocidio en El Charco. Hechos donde se acusó la responsabilidad gubernamental: “¡Fue el Estado!”.
La historia nueva, ya con la presencia y hegemonía del narco o de este convertido en Estado, inicia con la matanza de La Garita, la desaparición y ejecución de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, las emboscadas y asesinatos en diversas regiones del estado perpetradas por bandas de nombres conocidos (Ardillos, Rojos, Tequileros, Peces y toda la zoología fantástica y criminal que se pueda imaginar) y que cierra con los hechos de este jueves en el Cereso del puerto.
Decenas de muertos en la semana. En Acapulco, el martes el carro de volteo sin frenos de un líder priista se deslizó por la avenida Escénica hasta impactarse con autos particulares dejando casi una decena de lesionados.
El miércoles tres homosexuales fueron asesinados en dos lugares distintos sin más razón, al parecer, que el miedo y el odio a la diferencia. Homofobia le llaman a esta enfermedad que se anida en familias “normales”, cristianas y decentes.
Esto sin contar los muertos diarios , ejecuciones, vendetas entre “los que se disputan la plaza”, ya repite la gente por doquier todos esos vocablos que ha creado la narcocultura (cobro de cuotas, levantón, los de la maña, etcétera).
Cómo parar esta cultura de muerte que como el peor virus se incrusta en los órganos sociales, en nuestras instituciones, como la familia, la Iglesia, el sindicato, la escuela, la policía, el Ejército, el derecho… el Estado pues.
Hay quienes creen que un cambio político podrá poner las cosas en su lugar. Yo sinceramente lo dudo por la experiencia presente y pasada.
La llegada del PRD y de otros partidos de oposición al gobierno del estado y a varios municipios no ha servido más que para lo mismo, la continuación de la cultura priista: corrupción, nepotismo, vinculación de políticos con narcos, cuotas de poder, tranzas, violencia, asesinatos de periodista, muertos.
La gente de bien reclama la devolución de la tranquilidad. Le exigimos a nuestro gobierno que se pongan a trabajar para cumplir con la responsabilidad del estado con sus ciudadanos. Y si no son capaces que se vayan… que se vayan, con los malos y que nos dejen vivir en paz. Los malos deben de comprender que no hay nada como la tranquilidad.
El gobierno debe de entender que no es con policías como vamos a solucionar el problema. Ellos son parte del problema. Como la Fuerza Conago que realiza operativos violando las garantías de los ciudadanos. Ya tenemos muchos policías para que todavía nos traigan más.
¡Puta madre! Cuánta impotencia con lo que ocurre en nuestra ciudad y los políticos en la grilla, pensando en elecciones, reelecciones… y mientras tanto que se chingue la gente.