Abatir la impunidad, la madre de todas las batallas
Ante la hipotética victoria de López Obrador en 2018, ¿Cuál sería el escenario probable en México?
Uno de los tantos campos de análisis que podrían ayudar a encontrar la luz sobre lo incierto del futuro, si AMLO llegara a ocupar la silla presidencial, es traer a colación algunos rasgos sobresalientes de nuestra historia, principalmente de aquellos personajes que pincelaron nuestro sistema político.
Tal es el caso del caudillo con grandes dones políticos,el héroe del 2 de abril en la toma de Puebla, el dictador de México Don Porfirio Díaz; aquél que llegó al poder como liberal y se convirtió en conservador tan pronto respiró el placentero aroma del poder, o para ser más académico, la necesidad de implementar una política de reconciliación con las elites.Cuando se dio cuenta que la reconstrucción del País, devastado por la guerra civil no la iba a lograr jamás con los generales y coroneles incultos, bandoleros que no sabían comportarse en sociedad, sino con los dueños del capital, los banqueros con relaciones en los altos círculos del mundo financiero y empresarial internacionales.
Porfirio Díaz, el “hombre necesario” para remediar la ruina de México, quien se rodeó de una elite “científica” que se distribuían las prebendas económicas y políticas junto con los muchísimos caciques regionales que, en los últimos años de su gobierno, ya no pudo frenar, porque le faltó juventud y ya lucía cansado. Fue entonces quedejó hacer y dejó pasar, hasta que la revolución lo hizo a un lado.
Eso mismo puede pasar con el líder de Morena, al que a un año de la gran elección de 2018 no hay alianzas ni partido que lo detenga. Sin embargo, le falta pasar la prueba de la madre de todas las batallas: las elecciones en el Edomex, en la que su Delfina está dando la pelea contra un dinosaurio gigantesco, de muchas garras y fauces que amenaza devorar hasta el árbitro.
Andrés Manuel, es un auténtico líder de masas, que las ha conducido en el último cuarto de siglo con más derrotas que éxitos, no obstante, no le han perdido la fe, tal vez, por su congruencia y perseverancia. Otros que tuvieron la misma oportunidad y coyuntura política (recuérdese 1988), ya están en los estantes de abajo, olvidados o repudiados. Por eso se ha vuelto una “amenaza para México”, entiéndase la clase política.
Sin embargo, AMLO no es joven, ya está cansado y tal vez enfermo. Su propuesta de país, con programas sociales universales, sin impuestos progresivos ni endeudamiento, es inviable. Estaría obligado a construir una gran alianza con los sectores productivos y financieros del país y ahí lo doblarían. Tal vez pueda meter a la cárcel a unos cuantos corruptos, pero el país se hundiría en la parálisis y el caos, y, más temprano que tarde, aplicará también el Laissez fairea los prominentes hombres que integrarán su gabinete, como en su tiempo lo hizo Don Porfirio.