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CIUDAD DE MÉXICO, 9 de abril de 2020.- A más de mil 500 kilómetros de distancia, desde su hogar en Managua, en el barrio de Montoya, hasta la Ciudad de México, Edén Pastora -el famoso Comandante Cero, el héroe nicaragüense que en 1978 encabezó la toma de Palacio Nacional- reitera los mensajes previos que a través de WhatsApp me ha enviado, para ahora desmentir vía telefónica la supuesta muerte del presidente Daniel Ortega Saavedra.
Hasta la noche de este miércoles, el mandatario cumplía 25 días de su última aparición pública que tuvo lugar durante el encuentro virtual de mandatarios centroamericanos organizado por el Sistema de la Integración Centroamericana (Sica), con motivo de la crisis generada por la pandemia del coronavirus.
En términos militares y mediáticos, Edén Pastora fue uno de los principales artífices del derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle, quien renunció y abandonó el país el 17 de julio de 1979; buscó refugio temporal en Miami antes de dirigirse a Guatemala y finalmente –con el apoyo del presidente paraguayo, general Alfredo Stroessner-, radicó en Asunción, donde fue asesinado el 17 de septiembre de 1980, a los 54 años. La emboscada la perpetró un comando sandinista que organizó la llamada Operación Reptil, en coordinación con integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, de Chile.
Luego del triunfo sobre el somocismo, se produjo un profundo distanciamiento entre Pastora y el resto del grupo de los nueve comandantes que conformaron la dirección del FSLN encabezada por Daniel y su hermano Humberto Ortega, Tomás Borge, Carlos Núñez, Jaime Wheelock, Luis Carrión, Bayardo Arce, Henry Ruiz y Víctor Tirado López.
Fue marginado por su abierto rechazo a que sus excompañeros implantaran en Nicaragua un gobierno marxista-leninista, apartado del proyecto revolucionario original, y rompió con ellos. Encabezó entonces la Alianza Revolucionaria Democrática (Arde), que luchó desde la frontera con Costa Rica.
El FSLN puso precio a su cabeza y el 30 de mayo de 1984, en La Penca -su cuartel general, situado a orillas del río San Juan, al sur de Nicaragua-, fue objeto de un atentado con una bomba que hizo volar el lugar, mientras se llevaba a cabo una conferencia de prensa con corresponsales extranjeros. En el ataque murieron 3 periodistas: Jorge Quirós, Evelio Sequeira y Linda Frazer, así como cuatro milicianos. También resultaron gravemente lesionados otros 15 comunicadores.
El Comandante Cero recibió serias heridas que lo mantuvieron hospitalizado secretamente durante varios meses en Venezuela, gracias al invaluable apoyo del presidente Carlos Andrés Pérez. Meses después, en 1985, como enviado especial del diario unomásuno, tuve la oportunidad de obtener una primicia mundial, al entrevistarlo en su campamento base cuando retomó la lucha armada.
Por muchos años continuó anatemizado, fue el héroe proscrito de la Revolución Sandinista. Sin embargo, el paso del tiempo todo cambia y varios de sus antiguos críticos y enemigos del FSLN, reconocieron su aporte a la revolución sandinista, entre ellos Tomás Borge, fallecido el 30 de abril de 2012 y uno de sus más despiadados críticos.
Hoy, el Comandante Cero no oculta su gran empatía con Daniel Ortega, a quien “pese a que tal vez parezca un sacrilegio decirlo entre nosotros los sandinistas, porque tenemos por formación el ser anticaudillistas”, no duda en calificarlo como “un gran caudillo, porque goza de amplia popularidad y del inmenso cariño de la gente”.
“Entre nosotros, la palabra caudillo tiene una connotación negativa, porque el último caudillo fue Emiliano Chamorro Vargas, un presidente que luego firmó con los gringos el tratado Chamorro-Bryan, que les concedía el derecho a perpetuidad para construir un canal interoceánico a través de Nicaragua para comunicar el Mar Caribe con el Océano Pacífico. La palabra, sin embargo, tiene la particularidad de definir a un hombre que trabaja para el pueblo y al cual el pueblo obedece, no por disciplina partidaria u obediencia ciega, sino por amor. Por ello digo que, en el caso de Ortega, esto pareciera un sacrilegio dentro del sandinismo”.
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