La destrucción y el nuevo partido
¡Pido castigo!
Pablo Neruda
Hace 50 años los chilenos vivieron la peor página de su historia escrita por los oligarcas y fascistas de esos años y dictada por la CIA (Estados Unidos).
La oligarquía chilena unida a intereses transnacionales recurrió como siempre a la violencia. No aceptaban las nacionalizaciones, ni aumentos salariales a los obreros, ni que tuvieran oportunidades de organizarse, ni que los campesinos mejoraran sus condiciones de vida.
Un hombre visionario y con convicciones humanistas y socialistas, se atrevió a retar a los poderosos y con el respaldo popular les ganó. Este triunfo pacífico no lo soportaron la ultraderecha ni sus asesores norteamericanos.
Por las calles marchaban los opositores a Salvador Allende. Lo insultaban, le tachaban de comunista, decían que les iba a quitar a sus hijos a las familias, que era un hijo de Satanás. Sólo ellos lo creyeron.
El Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile (MIR) y todos los que participaron en la Unidad Popular, sabían que los oligarcas, la ultraderecha y los fascistas, no permitirían un proyecto socialista y menos ganado democráticamente.
La convicción de Allende fue no usar las armas para ganar el poder. Al final tuvo que usar el regalo que le hizo Fidel Castro para defender su vida. Cometió el error de creer en elogios de los traidores asesinos.
El pueblo chileno vivió buenos amaneceres con Allende, pero tuvo que pagar con sangre ese atrevimiento. Murieron miles, otros fueron desaparecidos, quemaron los libros, destruyeron familias y miles de exiliados compartieron sus dolores, impotencias, canciones y poemas y nos hermanaron más, como lo hicieron Cuba, Nicaragua, Guatemala y El Salvador. Argentina, Brasil y otros pueblos del mundo como lo fue España.
Hoy el pueblo chileno sabe muy bien que Allende tenía y tendrá la razón histórica que dejó una gran enseñanza a todos los pueblos de América Latina: es posible ganar en paz, con el voto y la organización, la oportunidad de construir un nuevo destino, humanista, solidario, fraterno, de equidad e igualdad, pero sólo podrá ser protegido, defendido por el pueblo.
Recuerdo a los grupos Inti Illimani, Quilapayun, a Violeta Parra, a Pablo Neruda y otros exiliados. A Víctor Jara, torturado, asesinado y mutilado de sus manos, por el delito de cantar y así, cantando, expresar su pensar.
En México hay quienes quisieron que una copia chilena se pegará en el país desde hace cinco años. No pudieron.
Después dijeron que hay dictadura en México. Ahora los pregoneros de la violencia dicen que hay que defender a la patria. A la patria de los que ahora viven en España, de los que no pagan impuestos, de los que no aceptan otro color de piel, de los que quieren a los mexicanos sometidos a los extranjeros.
Salvador Allende es un ejemplo de la lucha de los pueblos de Latinoamérica. Por más que quieran los que aplaudieron y aplauden su muerte y enviarlo al olvido, ya no es posible y los pueblos lo saben, lo han aprendido.