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Médula
Justicia y solidaridad tienen acepciones diferentes en la realidad.
Situación curiosa lo sucedido este domingo 22 de octubre. Expresiones multitudinarias de la sociedad con diversas motivaciones, razones e intereses.
Por una parte, la Feria Internacional del Libro a la que sus asistentes encaminaron sus pasos por más conocimiento, más cultura, por diversión, por conocer y reconocer a escritores y escritoras, por la literatura, por la historia, por la poesía, la política y la filosofía.
También otros y otras marcharon este día. Y seguramente de los y las más su andar fue por algo que nunca se debe discutir ni mucho menos mendigar: la solidaridad entre los pueblos.
Palestina fue la causa y motivo de miles de jóvenes, adultos y hasta menores que se expresaron en contra de lo que ha dado muchas ganancias a países como Israel y Estados Unidos, entre otros: la guerra. Una guerra como la que hicieron los españoles en lo que hoy conocemos como México. Como la que hicieron los fundadores del mal llamado sueño americano desapareciendo a sus moradores originarios. Una guerra de invasión, de exterminio.
En estas expresiones públicas de las y los ciudadanos, sean de Ciudad de México, de provincia o de cualquier parte del mundo, fue la solidaridad en contra de la incultura, de la ignorancia, de la injusticia y de la muerte lo trascendente.
Hubo otra expresión pública, también ciudadana, por la justicia. Pero esta justicia no era colectiva, general, sino para unos cuantos y unas cuantas. No se defendía la vida ni mucho menos se pensaba en la cultura en todos sus ámbitos. No. Se pedía justicia para quienes se supone son las y los responsables de aplicar este concepto en forma desinteresada, por convicción, por ética, por principios. Pero no fue así.
Y en consignas, mantas y pancartas se decía que ya no habría justicia en este país por la injusta forma de quitarles privilegios a jueces y magistrados y algunos líderes sindicales salpicaditos de esta injusticia.
De 55 mil trabajadores afectados por la injusta desaparición de los fideicomisos que permitían beneficios a los privilegiados jueces y magistrados y otros funcionarios de alto nivel, sólo marcharon alrededor de ocho mil en CDMX. Palestina y la Feria Internacional del Libro tuvieron más asistencia. Los conceptos de justicia y solidaridad fueron distintos.
Otro detalle fue que los que en esta marcha expresaban que son los defensores de la democracia agredieron a otros ciudadanos que estaban pacíficamente en la entrada de la SCJN con sus demandas. Válidas o no, tienen los mismos derechos de manifestarse. Si esta es su democracia, estarían mejor en Israel.
Pero también se autoproclamaron defensores de la Constitución y que lo más importante para el país es la Constitución. El tema es que no respetan el artículo 127 de la Carta Magna.
Quienes hemos tenido la oportunidad y vivencia de marchar conocemos la consigna de ¡Este puño sí se ve! El domingo, en la marcha de la SCJN apoyada por el Frente Amplio por México y su líder Claudio X. González, la consigna en silencio (por temor a la justicia) fue ¡Esta Piña no se ve!
PD. Fue una gran pena que se haya suspendido el concierto de los grupos Inti Illimani y Quilapayun en el Centro Cultural Los pinos. Esto si fue injusto para muchas y muchos.