Rebasa expectativas Guerrero en último fin de semana largo de 2024
CIUDAD DE MÉXICO, 10 de enero de 2017.- Aunque en el actual sexenio el salario mínimo de los trabajadores ha aumentado nominalmente un 12.8 por ciento, su poder adquisitivo real disminuyó 11.11 por ciento debido al incremento de los precios de los productos básicos, afirma un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.
El documento, basado en un análisis de la evaluación de los precios que forman la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR) para una familia de cuatro personas –dos adultos, un joven y un niño– desde 1987 a octubre de 2016, expone que de enero de 2013 a octubre de 2016 los precios de los productos básicos aumentaron 26.9 por ciento, por lo cual “los incrementos del salario mínimo son en realidad pérdidas del poder adquisitivo”, informa la UNAM mediante un comunicado.
Esta canasta conformada por 40 alimentos –no incluye gastos de preparación de los mismos ni renta, transporte, vestido y calzado– llegó a los 218.06 pesos diarios en octubre del año pasado, cuando el salario mínimo era de 73.04 pesos al día.
“Lo anterior implica que con un salario mínimo sólo se puede comprar el 33.5 por ciento de la Canasta”, agrega el documento. Para adquirir estos productos alimentarios, recomendados por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, se necesitan tres salarios mínimos o un aumento del 200 por ciento, mientras que para alcanzar el poder adquisitivo de 1987 se requeriría que el salario mínimo fuera de cinco veces más alto, es decir, un aumento del 400 por ciento.
El análisis plantea que si por una jornada laboral de ocho horas se paga un salario mínimo, entonces un trabajador tendría que laborar 23 horas con 53 minutos en la actualidad para adquirir la CAR, en tanto que en el año 2012 se requería de 20 horas con 38 minutos, y en 1987 de cuatro horas con 53 minutos.
Esta situación, prosigue el estudio, afecta negativamente las posibilidades de los trabajadores a acceder a una buena calidad de vida, implica que la población tiene que trabajar jornadas más largas, en pésimas condiciones, unirse a la informalidad e incorporar al trabajo a tantos miembros de la familia como sea posible.