
Anora y la ilusión de ser amadas
El 27 de febrero, las autoridades mexicanas efectuaron el traslado a Estados Unidos de 29 personas que son acusadas de tener nexos con el crimen organizado, son consideradas como delincuentes de gran peso y tienen acusaciones de tráfico de drogas, homicidio, lavado de dinero y conspiración.
Este hecho probablemente desencadenará una fase de violencia y reconfiguración en el crimen organizado, sobre todo en regiones clave como el Pacífico Sur, donde el narcotráfico tiene una presencia consolidada.
La detención o extradición de líderes del crimen organizado a menudo deja un vacío de poder dentro de las organizaciones criminales. Este vacío puede ser rápidamente aprovechado por facciones rivales o grupos emergentes que intentan tomar el control de los territorios y rutas de tráfico de drogas.
Esto podría desencadenar una escalada de violencia, con enfrentamientos entre grupos rivales por el control de los mismos territorios.
Muchas veces, cuando los líderes de cárteles o grupos delictivos son extraditados, las organizaciones se fragmentan, ya sea en facciones que luchan por el liderazgo o en células autónomas que actúan de forma independiente.
En la región del Pacífico Sur, donde hay una gran actividad de grupos del narcotráfico, esta fragmentación podría generar un aumento en la violencia, ya que los grupos tratan de afianzarse en sus respectivas zonas de influencia.
Por ejemplo Jesús Alberto Galaviz Vegas, alias “El Pinqui” o “Z13”, estaba recluido en el Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) Número 15 de Chiapas, y se encuentra dentro de la lista de narcos que entregó México al gobierno de Donald Trump. El crimen organizado tendría presencia en al menos 39 de los 124 municipios chiapanecos según el reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Cártel de Sinaloa, los chapitos, Los Zetas y CJNG operan en Guerrero y Michoacán, en Oaxaca el CJNG logró tener bajo su control a municipios del istmo según la fuente señalada.
Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca son regiones clave para el tránsito de drogas hacia los Estados Unidos, además de ser zonas con una fuerte presencia de cultivos de amapola y marihuana. La extradición de capos podría alterar el control de estas rutas, lo que puede generar una competencia más feroz por estos recursos, lo cual podría traducirse en más enfrentamientos entre grupos.
En algunos de territorios de las entidades que integran la RPS, existen grupos de autodefensas o fuerzas locales que han surgido como respuesta a la violencia del narcotráfico, los cuales podrían verse afectados por el reajuste de los actores criminales, y en algunos casos, podrían intensificar sus actividades, lo que también generaría más violencia. La intervención de fuerzas federales podría tener un efecto mitigante, pero la situación es compleja debido a la falta de confianza en las autoridades por parte de la población.
La extradición de estos líderes puede generar una sensación de inseguridad en las comunidades locales, especialmente si las autoridades no logran controlar rápidamente la situación. El aumento en las tensiones y los ajustes violentos entre grupos criminales podría desestabilizar aún más las regiones afectadas.
Dada la complejidad del narcotráfico en el Pacífico Sur y el hecho de que la detención de líderes de organizaciones criminales generalmente provoca reconfiguraciones violentas en las estructuras delictivas, es muy probable que se vean ajustes violentos en estos estados. La competencia por el control de los territorios y las rutas de tráfico de drogas puede generar enfrentamientos entre cárteles y otras organizaciones criminales, así como entre estos y las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, también hay que considerar que la magnitud de la violencia dependerá en gran medida de la respuesta de las autoridades federales y locales.
Si el gobierno mexicano implementa estrategias efectivas de seguridad y trabaja para desarticular los grupos emergentes o facciones rivales, podría reducirse el impacto de estos ajustes violentos. A pesar de ello, la probabilidad de un incremento de la violencia en el corto plazo sigue siendo alta, especialmente en áreas donde la presencia del estado es limitada y donde los grupos delictivos tienen una influencia fuerte y establecida.
La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos jamás se terminan de desojar diría la abuela.