
Guerra de aranceles entre EU y China, una oportundiad para México
El dinero que viene de fuera
De enero hasta el cierre de agosto, el nivel de remesas alcanzó un saldo de 26 mil 396 millones de dólares, un incremento del 9.4 por ciento anual, a pesar de la crisis del Covid-19, de acuerdo con los datos que genera el Banco de México (Banxico).
Los capitales recibidos en agosto sumaron 3 mil 574 millones de dólares, un nivel del 5.3 por ciento más que en el año previo y un aumento mensual de 1.2 por ciento frente a los 3 mil 531.8 millones de dólares de julio.
Estos datos contrastan con marzo, cuando México recibió un monto histórico de más de 4 mil millones de dólares, una cifra casi 49 por ciento superior a los 2 mil 694 millones de dólares en febrero.
El número de transacciones registrado, principalmente desde Estados Unidos, se elevó en 5.3 por ciento anual, al mantenerse los envíos estables en un monto promedio de 343 dólares.
Este dinero, que procede principalmente de migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos, representan la segunda fuente de divisas de México, después de las exportaciones automotrices.
Por ello, el Gobierno de México confía en que las remesas levanten la economía del país, que podría contraerse un 8 por ciento este año, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
En 1995, el primer año del que ofrece resultados el Banco de México, las remesas fueron de 3 mil 672 millones de dólares (ajustado al cambio actual).
Las remesas no solo son importantes por la cuantía y no debe perderse de vista el contexto actual en que está ocurriendo ese flujo de envío de recursos de los trabajadores a sus países de origen.
Por un lado, el frenón económico derivado del confinamiento a que obligó la expansión de la pandemia por otro están los apoyos o estímulos económicos que algunos gobiernos ofrecieron a los trabajadores entre los cuales se incluyen migrantes. También debe considerarse la densidad de la migración que el caso de México y Centroamérica se presume muy elevada.
El periodo de reactivación económica o de nuevo confinamiento podría influir en el comportamiento del flujo de estos envíos y también, en el caso nuestro y de América Latina, la contienda electoral en Estados Unidos.
Y es que el dinero que los trabajadores envían a sus familias desde el extranjero se ha convertido en un aspecto fundamental de muchas economías en todo el mundo.
El flujo de remesas será un factor crucial para que muchos mercados emergentes avancen la recuperación de la crisis del COVID-19 y el consiguiente bloqueo económico.
Para muchos, los flujos enviados por ciudadanos en el extranjero representan una proporción significativa del PIB, como se observa en Tonga (37,6 por ciento), Haití (37,1), Kirguistán (29,2), Honduras (22), El Salvador (21), Guatemala (13,1) y Filipinas (9,9).
El flujo de este dinero llega a alrededor de los mismos niveles que la inversión extranjera directa (IED), pero si no se incluye a China constituye la mayor fuente de ingreso de divisas en los países de ingreso bajo y mediano.
En otras palabras, si se excluye a China del análisis, las remesas ya han superado a la IED como la principal fuente de financiamiento externo.
En la actualidad, las remesas equivalen o superan el 25 por ciento del producto interno bruto (PIB) en cinco países: Tonga, República Kirguisa, Tayikistán, Haití y Nepal.
En los últimos años, las remesas serán probablemente superiores a la asistencia para el desarrollo y la IED en conjunto. Los factores subyacentes que impulsan las remesas seguirán fortaleciéndose.
Los factores subyacentes que impulsan la migración y, por lo tanto, las remesas son grandes tendencias mundiales que ya resultan evidentes.
Brechas de ingresos: el ingreso promedio per cápita en un país de ingreso alto es de 43 mil dolares en comparación con los 795 en un país de ingreso bajo, es decir una relación de 54 a 1.
Desequilibrios demográficos: entre 2018 y 2030, la población en edad de trabajar aumentará a 552 millones de personas en los países de ingreso bajo y mediano. En los países de ingreso alto, dicha población disminuirá en 40 millones.
Cambio climático: se estima que 143 millones de personas ya han sido desplazadas por el cambio climático en sus propios países.
Fragilidad, conflictos y violencia: un récord de 70,8 millones de personas, fueron desplazadas por la fuerza en 2018, incluidos 25,9 millones que buscan refugio en otros países.
Luego entonces las remesas son un salvavidas para los países de ingreso bajo y mediano y constituyen una manera eficaz de aliviar la pobreza porque van directamente a las familias y es poco lo que se desperdicia.
Las Naciones Unidas han reconocido la importancia que tienen las remesas en el desarrollo y en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Tomando en cuenta de las predicciones del Banco Mundial de que la inversión extranjera directa en los mercados emergentes disminuirá este año en un 35 por ciento, es probable que las remesas en 2020 tengan una mayor importancia.
Dado que también se prevé que el crecimiento económico se vea afectado de manera significativa en los mercados emergentes este año, la continuidad del flujo de remesas será un factor crucial para garantizar que muchas familias puedan seguir obteniendo productos esenciales.
La riqueza pierde sentido cuando solo se acumula y no se aplica, diría la abuela.