México ante su mayor amenaza
2020 camino al filo del abismo
El instinto de sobrevivencia y el miedo son sentimientos muy fuertes en el ser humano y durante 2020 ambos tocaron a nuestra puerta y de súbito todo cambió ante el avance de la pandemia del coronavirus.
Aunque es normal tener miedo ante lo desconocido, los expertos en salud creen que hay que evitar el pánico innecesario e informarse de cómo se transmite.
En estos momentos el liderazgo político se vuelve indispensable y sin embargo ¡Que vacío nos ha dejado! A lo largo del 2020 vivimos bajo una orfandad de liderazgo político.
El planeta quedó paralizado. Lo que en un principio parecía un problema sanitario en una remota ciudad china se convirtió en una inédita crisis de salud que tiene al mundo en vilo. El covid-19, el virus que preocupa por su rápido contagio y que aún no tiene tratamiento, obligó a todos los países a reaccionar con premura para evitar que la situación escale y frenar una gran tragedia humanitaria. En unas pocas semanas, llegaron consecuencias mayúsculas: países aislados, miles de eventos suspendidos en todos los continentes y medios de comunicación colmados por un solo tema, el nuevo coronavirus. El engranaje social y económico, propio del proceso de globalización del siglo XX que permanece hasta hoy, tambalea por cuenta de un virus.
Como no sucedía desde la Segunda Guerra Mundial, la crisis sanitaria unió a la comunidad internacional alrededor de un tema común. En su momento, cuando el virus salió de China, Occidente reclamó transparencia en la información, algo clave para conocer la magnitud de la amenaza y enfrentarla. Los gobernantes, incluso los más recelosos como Xi Jinping, de China y Vladímir Putin, de Rusia, reconocieron que para terminar con la pandemia hay que publicar los datos relacionados con el virus, y siguieron, con mayor o menor acierto, las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Muchas son las preguntas que tenemos sobre el covid-19 y la pandemia que estamos viviendo. Estas llegan día a día a los investigadores, el cuerpo médico y hasta a los medios de comunicación, pero realmente, ninguno tiene las respuestas fidedignas puesto que estamos jugando con el futuro de los tres factores fundamentales para que un virus infecte a una población: El propio virus, el medio que lo rodea y el hospedero que lo recibe.
Respecto al virus, sabemos poco. Con la secuenciación de todo su genoma se tienen algunas cosas claras como, por ejemplo, que es un virus quimérico que cuenta con segmentos del antiguo SARS, pues tiene una homología de 79,5 por ciento con él, pero también tienen una alta homología con el coronavirus de murciélago, lo que nos lleva a suponer que éste fue su origen. Los avances de la biología molecular han permitido conocer toda la secuencia de su RNA y esto ha servido para vigilar cómo llega el virus a los distintos países y si presenta mutaciones que le permitan adaptaciones a estos nuevos lugares. Como estos análisis de filogenia molecular son complejos, aun nos va a tomar un par de meses para dar respuesta a esta pregunta.
El mundo no será igual después de esta pandemia, así como nada fue igual después de las dos guerras mundiales durante el siglo XX.
La gran pregunta es cuál será el nuevo orden que tendrá surgir de esta guerra biológica contra un enemigo invisible que amenaza al género humano y no a un país o un grupo de países en específico como ocurrió con anterioridad.
Vienen momentos muy difíciles y cada país tendrá que enfrentarlos con las lecciones de los demás. Nadie sabe a ciencia cierta que va a pasar. Este caminar al filo del abismo nos ensaña que, ahora más que nunca, debemos tomar decisiones basados en la ciencia y en la buena información. La población necesita que la ciencia la oriente, la política la lidere, las instituciones la protejan y que la articulación social tenga sustento firme la solidaridad y la responsabilidad compartida como engranajes que generen el movimiento.
El impacto del Covid-19 en la Región Pacífico Sur, que corresponde a la franja de la pobreza nacional, será enorme.
Como aún no se cuenta con información directa suficiente sobre estos efectos, se estiman a través de un ejercicio de micro simulación que parte de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) de 2018 actualizada a diciembre de 2019.
la pobreza extrema en México fue de 21 millones de personas en 2018, según los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Con ese número y usando la metodología de ese organismo gubernamental, calcularon 22 millones para febrero pasado.
Para mayo ya eran 32 millones de pobres, es decir 10 millones más respecto a febrero. En junio, el cálculo arrojó 33 millones. El coronavirus enviará a la pobreza a 40 millones de personas más a la pobreza.
Para el área que conforman Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, el coronavirus es una acumulación de males.
Cuando la piedra es disparada por la mano humana, le pertenece al Diablo, diría la abuela.
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Fuentes:
Coneval
Inegi