Sin mucho ruido
Una igualdad muy desigual
La crisis del COVID-19 profundizó las desigualdades de género. Las mujeres nutren desproporcionadamente las filas del desempleo, la informalidad, la pobreza y el trabajo doméstico y de cuidados.
Estamos viviendo un periodo de crisis global e incertidumbres, en el que hemos visto con preocupación cómo el coronavirus provoca, además de una gravísima emergencia de salud, el enconamiento de muchas de las desigualdades preexistentes, debido tanto al impacto social y económico de la pandemia como a las medidas adoptadas para paliarla.
En este escenario, las mujeres han sufrido y siguen sufriendo de forma especialmente aguda las consecuencias de estas desigualdades, al tener que enfrentarse a una mayor vulnerabilidad y también a nuevos obstáculos para alcanzar la igualdad.
Uno de los más dramáticos ha sido el de la violencia de género, espoleada por el confinamiento obligado, que ha forzado a las mujeres a convivir con sus agresores durante más tiempo y en un ambiente de mayor tensión y, al mismo tiempo, ha dificultado su acceso a los sistemas de protección.
el impacto sobre las mujeres ha sido particularmente perjudicial y no suficientemente señalado. El Observatorio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que el 76,2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado recae sobre las mujeres: más del triple que los hombres.
Entre las que tienen empleo, el 60 por ciento lo hace en rubros de alto riesgo. Se estima que sólo los hombres volverán a los niveles previos a la crisis, mientras las mujeres apenas alcanzarían la participación laboral del 2008.
Del total de mujeres que están en condiciones de trabajar, solo 43,6% de ellas forman parte de la participación económica de la fuerza laboral, lo que coloca a México por debajo del promedio mundial de mujeres que trabajan.
Aunque uno de los indicadores que más duelen respecto a la brecha de género es el salario que perciben las trabajadoras, no es el único. A nivel nacional, las mujeres ganan 19,2 por ciento menos que los hombres por el mismo empleo, mientras que en algunos Estados la brecha se profundiza hasta en 17 puntos.
El estudio Estados #ConLupaDeGénero efectuado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) revela que 30 de las entidades en México reprobaron en ofrecer condiciones laborales óptimas para la Mujer. En promedio las entidades obtuvieron 43 de 100 puntos en la evaluación de 18 indicadores que miden las condiciones laborales para las mujeres.
Las entidades que conforman la Región Pacífico Sur, tienen aspectos dramáticos en cuanto a la situación de las féminas en la economía.
Hay entidades como Chiapas, donde la tasa participación de la mujer en la economía es de 31 por ciento es similar a la de Turquía. En Guerrero es de 42.6, en Michoacán 43.1 y en Oaxaca 42.5.
En la RPS, en enero de 2022, 54 por ciento de las mujeres se encontraba trabajando en el sector informal. Las mujeres representan solo 39 por ciento de la fuerza laboral. En promedio, una mujer gana 86 pesos por cada 100 que gana un hombre.
En cuanto a la participación política en Chiapas la mujer tiene el 65 por ciento de las diputaciones locales, el 25 por ciento de los puesto claves del congreso y 15,3 de las alcaldías están en manos de una mujer.
En Guerrero la gubernatura está en manos de una mujer y 19 de las 45 curules, mientras que de las alcaldías solo 17 de las 81 son gobernadas por mujeres. Michoacán tiene 16 de las 40 curules en una mujer y de las 113 alcaldías solo 25. Oaxaca observa las mejores cifras pues 22 de las 41 diputaciones recaen en mujeres y gobiernan 51 de los 151 municipios donde hay elecciones. El resto de los 570 municipios es por usos y costumbres.
Las entidades son clave para lograr cambios en la participación de las mujeres en la economía. Por ello, es importante que los gobiernos estatales atiendan el principal desafío que enfrentan todas las entidades: generar incentivos para ofrecer empleos de calidad que permitan a las mujeres continuar en la economía remunerada.
Es urgente un cambio en el estilo de desarrollo para avanzar hacia una sociedad más equitativa en la que se reconozca la interdependencia entre las personas y entre los procesos productivos y la reproducción social.
La desigualdad entre hombres y mujeres no es nada nuevo. Como tampoco lo es la lucha contra esta desigualdad. En el contexto del Día Internacional de la Mujer, como se muestra, se requieren más que tintes de violeta.
La igualdad es un derecho pero no es un hecho, diría la abuela.