El agua, un derecho del pueblo
Enfrentando decisiones
Estas líneas fueron escritas en la víspera de los comicios. Hasta este momento, las campañas electorales, la guerra sucia entre los actores, seguidores y simpatizantes, el ambiente de violencia por el deterioro de la seguridad y la amenaza del crimen organizado para terminar de adueñarse de las estructuras de gobierno, generaron el enrarecimiento del proceso electoral, con dos dilemas, al menos:
-La continuidad en el poder de una clase tecnócrata cada vez más descaradas en sus prácticas corruptas o no.
-La decisión se toma por miedo o por enojo social, vale decir por hartazgo.
El hecho es que en esta ocasión el puntero logró posicionarse como un referente para la toma de las decisiones.
El impacto de esta campaña electoral fue total y absolutamente negativo. Generó un entorno de confrontación, desconfianza.
Hay quienes aseguran que habrá sorpresas y a la luz de lo que indican los hechos y los datos, solo se puede concluir que confunden sus deseos con la realidad. Es verdad que las encuestas no votan pero tampoco lo hacen las redes sociales ni las percepciones que en ellas circulan. Cuentan los votodos depositados en las runas.
El más votado será quien marcha a la cabeza de todas encuestas que han efectuado muestreos serios, si todo transcurre dentro de los razonablemente legales.
Bajo esta perspectiva, por un lado, las motivaciones que tendrán los electores tienen que ver con emociones y razonamientos básicos que van a definir el sentido del voto en esta elección: el enojo y hartazgo con el sistema y el gobierno actual, y, por el otro lado, estará asociado a la esperanza de un cambio, por un lado, contra el miedo o rechazo a la opción que abandera ese cambio y que se percibe regresivo o incierto.
Otro factor que también resulta determinante es que las cantidades de votantes en las casillas todavía dependen también de prácticas como la “movilización” o “acarreo” de simpatizantes, de la compra y coacción del voto y de la estructuras clientelares a las que se amenaza o condiciona para mantener servicios, empleos o programas públicos.
En resumen, la pregunta a responder al final de una campaña es si la idea de cambio se concentra mayoritariamente en un solo candidato opositor al gobierno y al modelo actual, como es Andrés Manuel López Obrador, o si los votantes optan por impulsar una segunda opción opositora a través del llamado voto útil.
Lo que se define este domingo es, sí, importante y trascendental para la vida pública y la democracia, pero en ningún sentido debe convertirse en motivo o pretexto para paralizar, atemorizar o amenazar la marcha del país.
Pero a partir del lunes dos de julio, será tiempo de pensar en los nuevos retos que surgen a partir del próximo lunes, si es que para ese día ya hay presidente electo.
Después del 1 de julio, el país tiene que seguir su marcha. La normalidad democrática deberá seguir siendo la ruta y la exigencia de ganadores y perdedores en estos comicios.
Palo dado, ni Dios lo quita, diría la abuela.