Sin mucho ruido
La sospechosa bondad de Ágatha
La frecuencia y diversidad de eventos catastróficos a lo largo y ancho del territorio mexicano es una noticia que ha dejado de ser noticia. México es un país de desastres. Los saldos destructivos de fenómenos naturales rara vez son inesperados. Las lluvias “atípicas” casi nunca son atípicas. Es difícil recordar algún año en el cual no hayamos sido saturados con reportes sobre los impactos locales de huracanes en las costas del Pacífico, inundaciones en ciudades del Golfo de México, el inminente riesgo sísmico de la capital del país o accidentes industriales que cobran vidas y degradan el medio ambiente.
Por su situación geográfica, el territorio mexicano se encuentra expuesto a una variedad considerable de fenómenos naturales que pueden causar desastres. Entre 2000 y 2018 el costo de los fenómenos que afectaron al país ascendió a más de 40 mil millones de dólares. De ese monto, 55 por ciento corresponde a los 11 desastres naturales de mayor impacto registrados durante el periodo y entre los que se encuentran ciclones, inundaciones y sismos.
El 86.8 por ciento de los daños y pérdidas contabilizadas durante esos años fueron por fenómenos de origen hidrometeorológico.
En total 707 eventos de origen natural y antrópico fueron registrados en 2021 y se contabiliza, de manera preliminar, que los daños y pérdidas sumaron 15 mil 200 millones de pesos (MDP) y resultaron 528 personas fallecidas.
Como parte del territorio nacional, la Región Pacífico Sur es igualmente vulnerable. Aunado a la desigualdad histórica que genera altos niveles de vulnerabilidad social en muchas regiones del país, en el caso de entidades como Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, cobra otras dimensiones.
El Huracán Agatha, independientemente de su impacto en Oaxaca y Chiapas, volvió a poner en relieve en el tema y la necesidad de reenfocar las políticas de Protección Civil.
Las condiciones orográficas y geográficas sitúan a Chiapas a ser proclive de padecer desastres naturales; los más recientes son los sismos del pasado 7 y 19 de septiembre del 2017, y en este año los estragos que causaron las lluvias ocasionadas por las tormentas tropicales “Amanda” y Cristóbal”, donde esta última dejó cientos de viviendas dañadas, colapso de carreteras, puentes y cientos de damnificados.
Es uno de los estados que más ha sufrido los embates de los desastres naturales, al presentarse históricamente sismos de gran magnitud, lluvias que provocan deslaves, desbordamiento de ríos e inundaciones, cientos de incendios forestales e incluso la erupción del volcán Chichonal en 1982.
En Guerrero existen muchos puntos de riesgo por inundaciones, debido sus características geográficas y orográficas, pues cuenta con una gran cantidad de ríos, además de la proximidad de sus costas con el océano Pacífico.
Las regiones Costa Grande, Costa Chica, Acapulco, y parte de la Montaña de Guerrero están marcadas como zona de grandes riesgos en materia de lluvias.
En Michoacán se han presentado una pletórica cantidad de desastres ambientales a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y primera década del nuevo milenio.
Tanto los tsunamis, sismos, inundaciones, grandes incendios forestales, deslaves, sequías, lluvias atípicas, plagas, granizadas, y heladas; así como los accidentes industriales que dan lugar a incendios en ciudades y explosiones; han dañado el entorno ecológico.
Las causas de dichos desastres se deben a múltiples variables, tales como: la localización geográfica, la topografía local, la construcción de asentamientos humanos en zonas de riesgo, la falta de existencia y aplicación de planes de desarrollo urbano municipal que contemplen restricciones para la edificación en zonas de riesgo; además del deterioro ambiental expresado en la deforestación, la erosión, el desvió de los cauces de los ríos aunado a la desordenada urbanización y la voracidad de los especuladores urbanos.
Oaxaca es una de las entidades de mayor riesgo en el país porque presenta 30 de los 32 desastres naturales y de alta peligrosidad catalogados a nivel nacional.
Y es que en Oaxaca existen, entre otros, riesgos geológicos, hidrometeorológicos, químicos, sanitarios, aparte de sismos, tsunamis, huracanes y desgajamientos.
Según información oficial, Oaxaca ocupó el lugar 17 en incidencias de huracanes; además, se emitieron 15 declaratorias de emergencia y resultaron afectados 228 municipios, más de la tercera parte del total de municipios del estado.
De igual forma, se detalló que en el 2009 ocurrieron 636 sismos y en el 2010 se registraron 590, de un total de 3 mil 460 que ocurrieron en el país, es decir, 17.25 por ciento del total de los movimientos telúricos reconocidos en México tuvieron su epicentro dentro del territorio de Oaxaca.
Respecto del problema de las lluvias, añadió que de los 58 municipios detectados en la entidad de alto riesgo, 20 siguen sin ser atendidos, porque en su momento no se aportaron los recursos para realizar los estudios correspondientes luego de la temporada de lluvias del año pasado.
Detalló que en estas comunidades se determinaron asentamientos irregulares de tierra, grietas y fracturas en laderas, así como daños y hundimientos en carreteras.
El hombre prudente ve el peligro y se protege; el imprudente ciegamente avanza y sufre las consecuencias, diría la abuela.