
Teléfono Rojo
Legalizar la amapola
En los últimos años, ante el avance desbordante de la violencia, se han alzado voces pidiendo la legalización de las drogas como una formar de solucionar el problema.
Estados Unidos, principal consumidor y promotor del combate al narcotráfico, es el que más avance registra en el discurso legalizador de las drogas. Hay avance en la mariguana y la amapola está reclamando su lugar.
En cualquier caso se está ofreciendo una solución de mercado a un problema que ha derivado en una complejidad enorme en materia de seguridad y salud pública.
El Ejército mexicano enfrenta una complicada lucha, porque cada vez más bandas criminales se disputan el control de las tierras plantadas con amapola de un inusual alto rendimiento.
Los narcotraficantes invadieron Guerrero desatando una guerra para controlar los campos de la cotizada planta, volviendo inaccesibles valles montañosos donde se extiende la pobreza y convirtiendo a los famosos balnearios en las zonas más sangrientas de México.
Existe un vínculo directo entre la violencia en México y un consumo récord de heroína en Estados Unidos que causó la muerte de casi 13 mil personas en 2015 y muestra una tendencia ascendente hasta alcanzar 200 muertes diarias durante el primer semestre del 2018.
El área donde se cultivan flores de amapola en México alcanzó las 32 mil hectáreas en 2016, equivalente a alrededor de 81 toneladas. En 2015, el área de cultivo fue de 28 mil hectáreas, el triple de superficie del 2012, según datos de Estados Unidos.
La heroína, que proviene de la resina de la amapola, multiplicó su consumo por cinco en la última década y la adicción se ha triplicado en Estados Unidos, con los mayores saltos entre blancos y hombres de bajos ingresos.
Las bandas criminales usan variedades de amapola que producen mayores rendimientos y opio más potente en parcelas más pequeñas y su mayor valor está impulsando una competencia violenta entre las bandas de delincuentes, se tiene más producción de amapola en menos terreno y esto tiene que ver con la cantidad de bulbos que tiene cada planta.
La cosecha de la amapola se ha convertido en el centro de la economía de Guerrero, que también depende del dinero enviado a casa por los inmigrantes en Estados Unidos.
Se han generado cambios tanto en la esfera política —local e internacional—, como en el mercado mundial de drogas ilegales, alterando las zonas de producción, la oferta para las personas consumidoras, el producto que se siembra, cosecha o elabora, hasta las rutas de tráfico.
La siembra y cultivo de plantas psicoactivas en México ha cambiado en los últimos años y la amapola ha tomado un papel preponderante en las finanzas del crimen organizado. Estados como Guerrero, Oaxaca o Sinaloa han tenido que adaptarse al mercado creciente que exige cada vez más producción a un menor precio.
En el estado de Guerrero, con las zonas de mayor producción en México, han surgido iniciativas de ley a nivel local y federal que promueven la regulación y producción de amapola y sus derivados con fines medicinales.
Tanto la morfina junto con otras substancias conocidas como opioides, son medicamentos formidables para el control del dolor severo, cuando un médico competente los prescribe en forma ordenada y rigurosa. En México hay más de veinte millones de personas con dolor.
Legalizar la producción de amapola es un asunto que tiene muchos bemoles.
Es iluso pensar, que la producción legal de amapola pueda sustituir a la ilegal, y menos en el corto plazo.
En caso supuesto una producción limitada para abastecer un mercado local no parecería ser suficientemente rentable como para sacar de pobres a los campesinos de la sierra que ahora son explotados por el crimen organizado.
La legalización de la amapola atiende solo una parte del problema. La seguridad y salud pública requiere de otras medidas que si no son integrales, volverán infructuosa la legalización.
Entre los sueños y la realidad, hay una distancia que no se puede ignorar, diría la abuela.