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Médula
Más que gritos y festejos
El 15 de septiembre es algo más que una simple fecha festiva. También puede ser motivo de reflexión sobre el proceso de integración de México como una nueva nación.
La independencia de la Nueva España fue el resultado de una gran crisis perceptible desde varios ángulos, y siempre estuvo en constante relación con sus antecedentes.
En el último cuarto tramo del Siglo XVII se inició la Revolución Industrial, un proceso de transformación económica, social y tecnológica que modificó la correlación de fuerza entre los imperios de la época, Francia, España e Inglaterra.
Carlos IV, fue considerado como el administrador de la crisis en que entró España y abdicó el 18nde marzo de 1808 cuando Napoleón invadió al país ibérico. Los conservadores eran antagónicos a las ideas de la Revolución Francesa y de las reformas napoleónicas y eso marcó la coyuntura la independencia de los territorios que se encontraban bajo el dominio de la corona española.
La extracción de materia primas y la producción de bienes ligados a ellas fueron clave en el proceso de las guerras de emancipación en el continente. Incluso en la propia España, en 1820 hubo un levantamiento militar en contra del rey Fernando VIII y se instauró una constitucional bajo la Constitución de Cádiz, en la que se subordinaba el poder del monarca a las Cortes, se decretaba el laicismo, la libertad de culto y se implementaron medidas anticlericales. Al mismo tiempo, los Artículos 10 y 11 de la Constitución reconocían a las colonias americanas como provincias del reino, pero limitaba cualquier ejercicio de autonomía efectiva.
Las autoridades peninsulares, la elite criolla, el alto clero y los oficiales del Ejército real –simpatizantes del absolutismo y fervientes antiliberales– organizaron una serie de reuniones secretas para declarar la independencia de México y Centroamérica. Su ideal era restablecer la monarquía bajo la dirección de un infante español, que rechazara el laicismo y las instituciones constitucionales de Cádiz.
Ese espíritu fue el que dio origen al Plan de Iguala, proclamado por Agustín Iturbide, comandante del Ejército español en México. Sus tres principios materializaban el sentir de la época: unidad entre peninsulares y criollos, independencia y adscripción a la religión católica.
El estallido armado por la independencia de México tuvo hechos determinantes en la Región Pacífico Sur.
Entre el 19 de abril al 28 de mayo de 1813, en Tonalá, los insurgentes comandados por el Gral. Mariano Matamoros derrotaron a las fuerzas realistas comandadas por el Teniente Coronel Manuel Servando Dambrini.
Sin embargo, en el periodo 1810-1821, se quedó en el una especie de limbo al no saber si formaba parte de Guatemala, de México, o si permanecería como una colonia del Imperio Español. Las resistencias de los pueblos mayas regionales se mantenían a la par de las de sus similares en lugares como la península de Yucatán.
El 28 de agosto de 1821, en Comitán, se declaró la independencia de Chiapas, al adherirse al Plan de Iguala proclamado por Agustín Iturbide, en el cual se declaraba la independencia mexicana. Finalmente el 14 de septiembre de 1824, Chiapas formalizó ante el Congreso mexicano su deseo de anexionarse como estado federal.
La entidad ocupa segundo lugar nacional tanto en diversidad biológica y caudales de agua dulce no contaminada como en diversidad cultural.
La aportación de Guerrero al movimiento independentista fue enorme no solo por las batallas que se libraron en este territorio con José María Morelos, Hermenegildo Galeana y Vicente Guerrero.
En el territorio guerrerense se realizó el primer congreso de gobierno convocado en México al declararse independiente de la corona española, el 14 de septiembre de 1813, aquí se formuló el Plan de Iguala y se confeccionó la primera bandera.
Estas tierras eran importantes para la corona española por la extracción de oro y plata además frutas y hortalizas, impulsadas bajo el esquema de la encomienda.
José María Morelos preparó su campaña militar para capturar Valladolid y, otorgar una sede al Congreso que expediría una carta constitutiva de la nueva nación ero no tuvo éxito. Es aquí donde entra Michoacán, asediado por las tropas españolas, se desplazaron a Apatzingán. En este sitio se concluyó la redacción de la Constitución, donde se recogieron las ideas progresistas de las constituciones francesas de 1791, 1793 y 1795; la Constitución de Massachusetts de 1780, la Constitución de Cádiz de 1812.
El 22 de octubre de 1814 se expidió la Constitución compuesta de 242 artículos divididos en dos apartados: principios o elementos constitucionales y forma de gobierno. Respecto al primer punto se establecía que el poder legislativo, ejecutivo y judicial no debía ejercerse por una sola persona; se resaltó el derecho a la ciudadanía a las personas que nacieran en la nueva nación y, por lo tanto, la ley era igual para todos.
En Oaxaca, durante esos años, españoles y mestizos vivían mayoritariamente en Antequera, eran comerciantes que apoyaban desde el ayuntamiento la independencia de Oaxaca. A finales del año 1822 el gobernador Antonio de León, antiguo aliado de Iturbide, dejó de apoyarle perdiendo el gobierno el control de la zona.
En 1823 ocurrió la Rebelión de Oaxaca de 1823 luego de la caída del Primer Imperio Mexicano el 19 de marzo y la victoria de la Revolución del Plan de Casa Mata. El proyecto que apoyaban los comerciantes no se distinguió por sus características liberales.
La independencia es una isla rocosa, pero sin playas, diría la abuela.