Abatir la impunidad, la madre de todas las batallas
Entre la percepción y los números
La problemática de seguridad pública en la entidad se despliega en una realidad concreta. Lo mediático puede magnificarlo, pero su existencia no se reduce a los medios y mucho menos a las estadísticas, ya que estas sólo son un instrumento de medición.
En Guerrero la violencia se vive día con día y los hechos de la reciente semana son una muestra de ello.
Aunque se niega que la autoridad estatal se observe ausente, las explicaciones ofrecidas en torno a los más recientes hechos de violencia, corroboran la actitud.
En un caso se afirma que lo ocurrido en la sierra de Guerrero es un enfrentamiento entre policías comunitarios; en el caso Taxco se presume que es producto de la división entre panistas, pero se ignoran los señalamientos que fueron hechos a dos ex alcaldes priístas. En resumen, se trata de acciones violentas que no deben ocurrir y que no se producen las acciones legales a que se hacen acreedores los actores.
Cuando se pretende hacer justicia se incurre en violaciones al debido proceso, la investigación muestra serias deficiencias que llevan a concluir que se fabrican culpables, pero también que uno de los focos de la delincuencia está en las mismas instituciones encargadas de procurar la seguridad pública y la justicia.
Guerrero no tiene una policía municipal capacitada para enfrentar los retos de seguridad que la entidad atraviesa.
En la parte estadística se pondera una disminución en cuanto a los homicidios dolosos, pero esa reducción está muy lejos de ser la que se necesita. El problema es que el delito se sigue cometiendo y en proporciones elevadas.
Según datos del Observatorio Nacional Ciudadano, el homicidio doloso presentó una disminución del dos por ciento, es decir, seis carpetas de investigación iniciadas menos que el año anterior.
Esa reducción se diluye en el contexto de la problemática que se enfrenta, por ejemplo, siguiendo con los datos del Observatorio Nacional Ciudadano,
Guerrero ocupó el segundo lugar en el ranking nacional por feminicidio, con un aumento del 259 por ciento a comparación del mismo periodo del año pasado; en el delito de homicidio culposo Guerrero ocupa el cuarto lugar a nivel nacional; el delito de extorsión no presenta alguna disminución o aumento y, por último, el delito de secuestro presenta una variación del seis por ciento a comparación del mismo periodo del año pasado.
Complementando estos datos, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2018 del INEGI, informó que el 40 por ciento de la población mayor a 18 años percibe su entorno como inseguro, ocasionando que la población tome ciertas conductas como no salir de noche, no llevar efectivo, no permitir que los hijos salgan, entre otras, para evitar ser víctimas de algún hecho delictivo.
Las autoridades estatales y municipales concluyen que la inseguridad o se está agravando, o es la sociedad la que presenta mayores niveles de miedo.
Lo que pasa por alto es que una buena parte del miedo se origina en la indefensión en que se encuentran los ciudadanos, pues existen elementos policiacos vinculados con el crimen organizado, corrupción, enfrentamientos a diestra y siniestra causando que estas estrategias se realicen en vano sin impactar de fondo en el fenómeno delictivo.
El surgimiento de las autodefensas es una respuesta al debilitamiento de las instituciones pues hay zonas donde impera la voluntad del crimen organizado y no la ley. El foco de conflicto que hoy está en la sierra de Guerrero se puede extender a La Montaña y una parte de la región Centro en breve.
Una cosa es lo que las autoridades perciben o interpretan y otra es la realidad cotidiana que vivimos los ciudadanos.
Las apariencias engañan, diría la abuela.