Foro político/Salomón García Gálvez
Amenazas y defensa nacional
La administración de Enrique Peña Nieto no está haciendo bien las cuentas. Piensa que son los otros quienes ven las cosas de cabeza. En realidad sus diagnósticos son muy limitados y parte del supuesto de que la realidad es inamovible.
Las amenazas de Donald Trump hacia México no son producto del enojo o de la de impotencia. Corresponden a una visión diferente de la geoeconomía, manifestada desde su periodo de campaña, algo que la administración de Peña Nieto se ha negado a reconocer. Se trata de una estrategia de Estado, modelo de desarrollo y sistema productivo, cuentas que no está haciendo la administración peñista.
El proyecto de Trump representa un cambio tectónico de paradigma a nivel regional y global dentro del cual los acuerdos de libre comercio están sufriendo una autopsia. Se está configurando la multipolaridad.
En las dos últimas semanas, Trump tomó como pretexto para forzar la renegociación del TLCAN, la migración mexicana y centroamericana por su frontera sur, el tráfico de drogas, la inseguridad y hasta los salarios bajos existentes en México durante el fin de semana inició el despliegue de la guardia nacional por la frontera con nuestro país. El patriotismo y la unidad que se ha generado son buenos, pero insuficientes.
Lo que se encuentra en juego es el destino económico del país, y Trump lleva la delantera en la configuración de un TLCAN adverso a México. La nueva versión del tratado viene dura y muy dura contra nuestra economía y pretenderá hacer creer a los ciudadanos que fue un “triunfo”.
A pesar de que el país vive un momento muy complicado, no se ha hecho un diagnóstico adecuado de lo que realmente ocurre con el acuerdo de libre comercio.
El gobierno de Peña Nieto no ha asimilado que con el triunfo electoral de Trump llegó al poder un movimiento estructural del supremacismo-nacionalismo-populismo blanco, lo cual se debe a que la globalización neoliberal aniquiló la democracia y la política.
En México, casi 30 años de neoliberalismo y los 24 de vigencia del TLC solo sirvieron para beneficiar a un pequeño porcentaje de la plutocracia del país”, que es la causa del agotamiento del actual modelo de desarrollo. Se reconfiguró la riqueza, pero no existió la distribución social de la misma. Polarizó de manera dramática a la sociedad mexicana.
El periodo de Peña Nieto cumplió a medias con la agenda pendiente del salinismo. Las reformas estructurales arrojan resultados lejanos a las expectativas que generaron porque en realidad no buscaron modernizar a la economía del país sino entregar los bienes nacionales a manos privadas locales e internacionales.
La ausencia de una alternativa de modelo de desarrollo-proyecto nacional estaría condenando a México a aceptar las presiones de Donald Trump.
Pase lo que pase con el tratado en las negociaciones con Trump, el hecho real es que está llegando a su fin el modelo de desarrollo-proyecto nacional-pensamiento económico de Carlos Salinas de Gortari.
Y el tema se agrava en un escenario nacional de falta de reflexión, de ausencia de búsqueda de nuevas opciones y de escaso pensamiento prospectivo sobre las nuevas opciones que se debe plantear el país.
El peor ciego es el que no quiere ver, diría la abuela.