
Guerra de aranceles entre EU y China, una oportundiad para México
Si nomás fueron unos tiritos
La violencia ha sido el factor característico de los 40 días que han transcurrido del 2018. Es en ese contexto que están ocurriendo los hechos de violencia en Guerrero cuyas aristas son: confrontación de las superbandas del crimen organizado; confrontación entre cuerpos auto llamados policías comunitarios; asesinatos de mujeres; secuestro y extorsión; confrontación en las autoridades estatales y la iglesia.
Se suma el hecho que las superbandas delincuenciales ha tomado el control de zonas de la ciudad, donde las facultades de las instituciones de gobierno se ven reducido a su mínima expresión.
Existe también el desarrollo de estrategia de terror donde, de igual manera, la comunicación gubernamental queda rebasada y sin efectos. La percepción es de volatilidad e inseguridad y se extiende el miedo, se obliga a la sumisión.
La crisis de seguridad se propaga más allá de los centros dominados por los cárteles a todos los estados, y en algunos estados como Guerrero alcanza colonias populares, en las cuales impera la ley de estas superbandas, mientras la autoridad se limita a in formar que se ha tratado de altercados a balazos pero después de ello todo está tranquilo.
Las propias instituciones contribuyen a su debilitamiento y se reducen a funciones anodinas.
Se trata de una violencia que está debilitando a las instituciones y degrada la condición humana. La saña que se han cometidos algunos de los asesinatos más recientes habla de un nivel de descomposición mental. De una ausencia de valores pero sobre todo de la certeza de que todos actos quedaran en la impunidad.
Los impactos económicos de la violencia y la inseguridad son menospreciados y se da por hecho que una simple campaña publicitaria borraría de las mentes de los turistas e inversionistas lo que está ocurriendo en la entidad.
La crisis de seguridad es una pesadilla logística y constituye un costoso golpe a todas las inversiones que se han hecho y que se pretenden hacer tanto en el país como en esta entidad suriana.
En diciembre de 2017, los legisladores consagraron el papel del Ejército de una década de patrullar y combatir al crimen en una ley polémica. Tan ambigua como abierta al abuso.
No solo vivimos la violencia derivada de las acciones de la delincuencia. La fragilidad de los pisos económicos de las clases sociales en el país también habla de otra forma de violencia que se traduce en deterioro de las condiciones de vida, en suma en pobreza extrema.
Si bien algunas acciones hechas por Sedesol durante el actual periodo de mando federal sacaron a 2 millones de la pobreza extrema… a pobreza moderada, (pero no fueron las que hizo José Antonio Meade al frente de dicha secretaria) hoy regresaron a la situación anterior. Es una forma de violencia condenar a más de la mitad de la población mexicana a una vida depauperada.
Pero también existe una violencia verbal. Como se previó, las precampañas de los candidatos presidenciales se han caracterizado por las descalificaciones entre quienes contienden en esta etapa de la contienda; sus propuestas de política son vagas y frecuentemente demagógicas.
El país vive un momento de inestabilidad social y política que podría acentuarse después de las elecciones por enfrentamientos legislativos por parte de los grupos perdedores.
La compleja situación del país y de Guerrero, la mejoría en los factores de fondo, constituyen un proceso que demanda decisiones políticas y que contempla resultados en el mediano plazo, en el mejor de los casos.
Esta oleada de violencia todavía no llega a su cresta, Si no se toman medidas consistentes, drásticas y permanentes, seguirá creciendo y la ola se convertirá en una marejada.