
Médula
Nuevos conserjes municipales
Queridos alcaldes entrantes.
Antes de lo que sigue, les expreso mis congratulaciones más sinceras por el honorable nombramiento recibido, y les deseo el mejor de los éxitos en su encomienda, pues como dicen, si les va bien a ustedes, nos irá bien al resto.
Ofrezco una disculpa por distraer su atención, en estos días concentrada seguramente en la redecoración de sus flamantes hábitats laborales, pero me urge pedirles un favor antes de que sea demasiado tarde.
Dicen que nadie escarmienta en más cabeza que la propia, pero ojalá pudieran echarle ganas en convertirse en honrosas excepciones a la regla, aprendiendo de algunos errores cometidos por sus salientes pares, o de pérdis entendiendo algo que por antonomasia los referidos nunca pudieron o no quisieron entender: los elegimos para ser conserjes municipales.
Y digo antonomasia, porque la figura retórica “se utiliza para indicar que el nombre apelativo con el que se designa a una persona le conviene con más propiedad que otros por ser el más característico o destacado”.
Como el que siempre seduce a los alcaldes, porque les suena más importante y apropiado: Presidente Municipal. Claro, se entiende la tentación, cualquiera se apantalla cuando el maestro de ceremonias anuncia con impostada solemnidad: “En este momento hace acto de presencia el señor Presidente Municipal. ¡Recibámoslo con un fuerte aplauso!”.
Pero no, no se trata de aguarle el gusto a nadie, ni de regatear el respeto que merecen, como cualquier persona de bien, o que no se conoce bien, ya saben, caras vemos… es que luego de tantas expectativas frustradas y promesas incumplidas, pos la neta ya nos daremos por bien servidos (al menos este escribidor) si resultan buenos, pa’ que suene mejor, como jefes de la conserjería municipal.
No lo tomen a mal, miren que es una chamba digna y de lo más completita, porque un buen conserje debe tener conocimientos y asumir responsabilidades en diferentes áreas, entre otras, como las siguientes: conocer la ley de copropiedad y la legislación laboral para ejercer su cargo en la forma más correcta posible, o al menos tener quien lo asesore en estas materias; mantener limpias instalaciones y espacios comunes; encargarse de la recolección de basura; hacerse cargo de la parte administrativa.
Además, un conserje es responsable de la seguridad; de que los trabajadores del condominio cumplan con sus responsabilidades; de la manutención del condominio; de todas las labores de manutención necesarias para que en el condominio no deje de funcionar ninguna de sus instalaciones; de reaccionar ante las eventualidades, como rotura de cañerías, desagües, cortes de energía eléctrica, incendios, terremotos.
Y, last but not least, debe mantener una buena coordinación y comunicación con los condóminos para saber sus necesidades y problemas; rendir cuentas claras en los tiempos acordados y al término de su función; y manejar los recursos de la comunidad de forma transparente y honesta.
Más o menos lo mismo queremos que hagan, como si fueran conserjes, pero del condominio municipal: que la ciudad esté limpia, que el abasto de agua potable sea suficiente y regular, que no roben, y si roban que sea ‘nomás poquito’, que la policía preventiva sirva y proteja a la gente, no a la delincuencia.
Nada más, pero tampoco nada menos. Vean el lado bueno, aunque poco o nada más hagan, si cumplen bien con esos encargos, merecerán el reconocimiento popular y la aprobación de sus electores; de lo contrario, aunque levanten cristos gigantes en algún cerro, embellezcan parques y jardines, pavimenten hartas calles y avenidas, o construyan obras de relumbrón, si no cumplen con lo principal, sólo merecerán reproches tan o más crudos que los de sus peores antecesores.
Como que va siendo hora de reparar los daños ocasionados por la mala política, ¿no creen?
No más miren alrededor, sin más ánimo que la verdad, y verán lo que vemos todos los días. Estamos mal, ¿o no?
Ciudades disfuncionales, sucias, ineficientes e inseguras, casi paralizadas por vialidades saturadas de vehículos, con montones de basura en las calles, ríos y arroyos contaminados, sin orden ni gobierno, con bajísimos niveles de calidad de vida, y donde la convivencia es cada vez más superficial y tensa.
No andamos, pues, para seguir atendiendo lo “importante” y descuidando lo urgente. Querían la chamba, háganla bien, la verdadera chamba para la que fueron electos. La que no hicieron los que se fueron, arreglen el deterioro que nos dejaron, merezcan la confianza de los que votaron, por ustedes y por los que perdieron. Pónganse serios, entiendan el malhumor, que el horno no está para los bollos de siempre.
Como el gobernador Astudillo le dijo a Toño Gaspar, para que lo entendiera Marco Antonio Leyva: la ciudad necesita un presidente municipal que esté presente, no ausente, que esté atento, no indolente, que resuelva, no que complique.
Por eso, aunque digan que nadie escarmienta en cabeza ajena, por favor entiendan lo que nunca entendieron sus salientes pares, como los de Acapulco y Chilpancingo, por mencionar los peores ejemplos.