Signos ominosos/Federico Berrueto
Más de lo mismo
Ese jueves había sido espeluznante, aterrador, a pesar de la distancia protectora de la televisión y el celular, inimaginable para los habitantes del infierno desatado.
Me urgía información más confiable y serena que la histeria febril y estridente de las redes sociales. Había que leer las reacciones y posturas de protagonistas, reporteros y analistas. Eso seguro me daría razones para alejarme de la paranoia fatalista… me equivoqué.
Les comparto una síntesis de lo que encontré.
Primero, el periodista Óscar Balderas sostiene que el operativo en Culiacán “inició el 11 de septiembre de este año, en una visita secreta que hizo una delegación de alto nivel de la DEA para constatar el estado del narco en México.
“La agencia antidrogas estadunidense quería saber si el Cártel de Sinaloa había perdido poder, tras el encarcelamiento de El Chapo”, señaló Balderas. Agregó que este viaje fue una presión de los gringos para que el Gobierno mexicano actuara de manera inmediata. “Encontraron un narcolaboratorio inmenso, en el que se producían 3 toneladas de metanfetaminas en una semana; una locura. Fue tal el asombro de lo que vio la DEA, que llegó el tema a la Casa Blanca y hubo presión de Estados Unidos al Gobierno de México”, comentó.
Luego, el gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, confirmó la visita de la DEA en septiembre, pero negó que en la reunión que sostuvo con ellos se tocara la detención de Ovidio Guzmán López.
“Claro que no se tocó (el tema de Ovidio), incluso me acompañó el secretario de Desarrollo Económico y Turismo, y les dimos a conocer cómo estamos en Sinaloa en materia de crecimiento, de desarrollo (…) Además, no es un tema que a mí me competa, eso es del orden federal”, dijo en entrevista, y lamentó que “ha habido mucha grilla sobre ese tema y se aprovechan esos momentos para buscar ese tipo de comentarios”.
En su columna, el periodista Ismael Bojorquez cuestionó lo que muchos pensamos pertinente: “¿Qué buscan al venir a Sinaloa ahora en papel de supervisores? No estamos hablando de cualquier lugar, sino de la cuna del narcotráfico en México. Y lo hacen justo dos meses después de la sentencia a Joaquín Guzmán Loera en Nueva York. ¿Significa que hay una nueva relación entre el gobierno mexicano y los Estados Unidos en materia de combate a las drogas? ¿Cambia la estrategia de uno y otro país? O es solo un intercambio de intereses entre el gobierno de Sinaloa y la agencia norteamericana”.
Por su parte, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno Federal, Alfonso Durazo, juró y perjuró que en el operativo no participó la DEA, ni estuvo detenido Iván Archivaldo Guzmán Salazar, el hijo mayor de El Chapo.
Pero quizá la revelación más sorpresiva y preocupante, dada la relevancia del operativo, corrió a cargo del mismísimo presidente López Obrador: “Yo no estaba informado, no me informan en estos casos, porque hay una recomendación general que se aplica, le tengo mucha confianza al Secretario de la Defensa. Cuando me enteré que se había generado este conflicto y les pido que se reúnan para tomar una decisión, me lo presentan y yo lo avalo”.
En su conferencia matutina aseguró que se volverá a intentar detener a Ovidio Guzmán. “Sí, sí, no puede haber impunidad, nada más que hay que cuidar a la población, no debe de haber los llamados daños colaterales, y para eso la inteligencia, más que la fuerza.
“En mi caso, lo que recomiendo es cuidar las vidas, que no se violen derechos humanos, pero les diría que es de rutina el que si hay órdenes de aprehensión, de presentación, de extradición, se apliquen”.
Está bien, de acuerdo, pero por qué no se actuó en consecuencia.
“Que digan que nos faltaron pantalones, que nos humillaron, que nos debilitaron”, no lo hice, creo que su decisión fue buena, prudente, responsable, el mal menor.
Está bien, pero la derrota fue muy dolorosa.
Pero lo que de plano obscureció el horizonte lúgubre, fue el anuncio del presidente: “No vamos a modificar la política de seguridad.
Obscuro, porque hasta ahora, las acciones del gobierno de la 4T no cambian la terca obsesión de los anteriores; lúgubre, porque la innegable claudicación del Estado ante el crímen organizado, no parece el punto de inflexión tan anhelado y urgente, luego de trece años violentos, salvajes y trágicos.
Total, que en lugar de serenar mi paranoia fatalista, el relato oficial agudizó más la mala vibra de Culiacán.
Matizando lo inmatizable, López Obrador reiteró que su estrategia consiste en que haya trabajo, mejores salarios, bienestar, en que se atienda a los jóvenes, que se fortalezcan los valores, “que hagamos el bien sin mirar a quien”.
Ojalá que el gobierno de la 4T logre esa meta, ojalá se atreva a proponer y declarar nuevas políticas de salud pública, en lugar de sostener y continuar la guerra de seguridad.
Ojalá que la sociedad civil entienda que violencia genera violencia, y que nuestro único enemigo común es la violencia armada.
Ojalá que el cambio anhelado no se convierta en más de lo mismo.