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Sobre el perfil de los candidatos
(Primera de dos)
Ahora que es tiempo de reflexionar nuestro voto por alguno del montón de candidatos a puestos de elección popular, comparto para la consideración de los reflexivos y respetables lectores, criterios y características que pueden ser útiles para definir perfiles ideales de los aspirantes.
Pero como sé y entiendo que la cosa no es enchílame ésta, comenzaré hoy con la primera de dos entregas, compartiendo la presentación argumentada de las siguientes 10 características del perfil del político promedio, en palabras llanas, el político que abunda por nuestros lares.
Alto ego
Sería imposible pensar una persona que no tuviera alto su ego y la defensa de su yo, actuando en política. Ahora bien, pocas veces el político es consciente de que este rasgo lo convierte en una persona altamente vulnerable y lo aleja de la posibilidad de expansión que permite el salirnos de la zona de confort o de la zona de protección que nos genera el caparazón del ego.
Incapacidad para delegar
Este rasgo desnuda la falta de confianza y la imposibilidad de pensar y aceptar las capacidades ajenas. Tiene mucho que ver con el sentido estricto de la palabra confiar, que es fiarnos del otro. Y en esta línea también tiene que ver con esa cuestión de falso ego de considerar las capacidades propias por encima de la capacidades del otro.
Paranoia
La visión de la conspiración permanente es un rasgo que aparece cuando el político cree y así lo siente, que todo lo que pasa es un alineamiento de las fuerzas del mal contra su persona. Algunos podrían definirlo como “conspiranoicos”, sumando los términos de paranoia más conspiración. Que se crea que todo se lo hacen a uno y que toda acción ajena es parte de una conspiración, es algo que cae solamente en el campo de nuestras propias interpretaciones.
Intereses por encima de valores
Salvo penosas excepciones, creo, y me hago cargo de esta creencia, la gran mayoría de los políticos están movilizados por motivaciones sanas y son unos pocos los que deliberadamente están conducidos por móviles impropios con los fines nobles de la política. Desgraciadamente, estos pocos, hacen mucho ruido y siempre se llevan el (des)crédito.
Falta de empatía con las ideas ajenas
Vaya uno a saber por qué extraño motivo de la biología, de la genética, o no sé qué, el político tiende a enamorarse de la idea de su propiedad y por ende, le cuesta horrores empatizar con ideas ajenas, lo cual le cierra un sin número de posibilidades.
Autorelato
Si mi ego está alto, si tengo visiones conspiranoicas, si me cierro a las ideas ajenas, si me cuesta confiar, si pongo a los intereses por encima de los valores, seguramente necesitare de un autorelato justificativo de todas mis conductas, como forma de evitar la vulnerabilidad que me da la reflexión y para defender a capa y espada al ego en peligro. Vale la aclaración que el autorelato puede ser individual o del grupo que me da el sentido de pertenencia.
Cortoplacista
El político prioriza los resultados inmediatos antes que las transformaciones o mejoras en el mediano y largo plazo. El largo plazo en política, muchos lo definen como la frontera temporal dada por las próximas elecciones y con un sistema de elecciones bianuales, técnicamente hablando, todo es corto plazo.
Lineal
El político adopta un proceso de razonamiento lineal mediante al cual, ante un problema, advierte el síntoma y se concentra solamente en atacar el síntoma, desconociendo las causas y no concentrándose en procesos de pensamiento complejo y sistémico.
Autosuficiente
Le cuesta reconocerse ignorante, ya que esto atenta contra su imagen pretendida y por miedo a quedar en situación de vulnerabilidad. La posibilidad de una persona de reconocerse ignorante es un acto de consciencia y sinceridad, primero con uno mismo y luego con el otro. Reconocer la vulnerabilidad propia permite ampliar nuestro campo de posibilidades y a su vez posibilita ser percibido mejor por los demás.
Simbólico
Da un valor excesivo y desmesurado a los símbolos de la política. Los símbolos son aquellos conceptos creados y creídos, mediante los cuales se representa al poder. Si bien los símbolos son necesarios para nuestro cerebro para generar representaciones simples de hechos complejos, quedar atado a ellos nos quita poder de reflexión y oportunidades de exploración de nuevos caminos y respuestas.
¿Les parecen certeras y justas y objetivas? ¿Las reconocerán e identificarán como propias nuestros políticos? ¿O las negarán como medidas de un saco que ninguno se pondría? Sirva al menos para saber qué tipo de candidatos no deberíamos elegir, los que se alejen del perfil promedio del político mexicano.
Confieso que la lista anterior no es mía, que no la escribí yo, este escribidor, y que, de hecho, el autor ni siquiera es mexicano, que los políticos aludidos son peruanos, y fue publicada por el medio digital Inca ‘Memo, Política, Economía y Poder’.
Pero, ¿a poco no parecen harto también perfiles promedio de los nuestros?
Les comparto y comparto la presentación argumentada de Sergio Miranda, el autor de la lista de las 10 características.
“Tiempos como los que vivimos necesitan de personas dedicadas a gestionar la cosa común que tengan la mirada por encima de su ombligo y puedan conectarse con el deber superior que implica el ejercicio de la actividad política que es la búsqueda del bien común.
“El siguiente check list es meramente descriptivo, no valorativo, del común de la dirigencia política, que, como todo promedio, tiene muchísimos/as dirigentes por encima de la media y que además, por alguna razón, nuestra provincia está por encima de la media nacional.
Realizo esta aclaración ya que si alguien pudiera sentirse afectado por la caracterización, sepa que es a los fines de generar una posibilidad de mejora, ya que es muy difícil corregir lo que no puede verse y muchas veces no puede verse porque se está parado encima. Por eso esta invitación a mirarnos tomando un poco de perspectiva”.