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Insensato regocijo
“El virus se ha convertido en un indicador de identidad tribal”, advirtió el psicólogo social Jonathan Haidt en el New York Times en 2020, refiriéndose a la sociedad gringa, aunque pudo ser a la mexicana, pues observó que el cumplimiento de las medidas para frenar contagios estaba ligado al voto de los ciudadanos: “el partidismo influye más en el comportamiento que la gravedad de los contagios en el entorno”, señaló.
En otro estudio, también del año pasado, el diario español El País reportó esta misma realidad tribal pero en el contexto europeo, y mostró una correlación directa entre las muertes por Covid y la crispación política en 153 regiones de 19 naciones europeas. “Una mayor polarización social y política puede haber terminado costando vidas durante la primera ola de COVID-19 en Europa”, consignó la nota.
“Observamos que mayores niveles de polarización predicen un exceso de muertes significativamente mayor. Por ejemplo, la diferencia en el exceso de muertes entre dos regiones, una sin polarización de las masas (2,7%) y otra con niveles máximos (14,4%), es más de cinco veces mayor”.
Por su parte, en Argentina y el mismo año, Joaquín Navajas, neuropsicólogo del CONICET (Organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología), estudió una polarización semejante en la respuesta ciudadana de tres países: Argentina, Uruguay y Brasil. Primero preguntaron a la gente por la cantidad de muertos que habría en su país y no hubo sorpresas: cuanto mayor apoyo hacia el Gobierno, menor número de fallecidos se preveían. “Lo que nos sorprendió muchísimo es que no había absolutamente ninguna relación entre el pronóstico del número de muertes que daban y su grado de acuerdo con las políticas públicas pensadas para combatir la covid”, señala Navajas. De manera aparentemente irracional, en Argentina y Uruguay los partidarios de la oposición pronosticaban más muertes, pero mostraban menor apoyo a las restricciones que imponían sus líderes para evitarlas. “Lo que importa es el tribalismo partidario. La incertidumbre por la falta de información provoca que busquemos soluciones en el liderazgo”.
“Líderes y falsos dilemas”, es el título del ensayo de Eloísa del Pino, para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas español. Analiza el mismo fenómeno, pero desde la perspectiva de los liderazgos fallidos: “En las crisis cortas no se produce porque todo el mundo sigue al líder y se considera traición”. Pero señala que, “cuando las medidas sanitarias se politizan, pierden eficiencia”, y resume “eso muestra también que es más difícil cambiar el comportamiento humano que conseguir la vacuna en menos de un año”.
Arantxa Elizondo, profesora de la Universidad del País Vasco, sostiene que “el resultado de la pandemia también tiene mucho que ver con el comportamiento de las instituciones y los representantes políticos”, y reprocha que “si esto es así, la polarización ha costado vidas, es grave que muchísimas personas que han muerto se hubieran salvado con otra actitud. Eso muestra también que es más difícil cambiar el comportamiento humano que conseguir la vacuna en menos de un año”.
Al final, Elizondo resume con ironía: “A medida que se desplegaba la pandemia, se fue descubriendo que corrían más riesgo las personas mayores y las personas con patologías previas. Más adelante, se añadieron aquellos con menos recursos y con peores condiciones de vida. Ahora, si las conclusiones de estos estudios se confirman, podemos añadir otro factor de riesgo: vivir en un país polarizado”.
Como ven, los mexicanos y nuestros políticos no somos los únicos que hemos empeorado la pandemia polarizando la grilla electoral. También los españoles, brasileños, uruguayos, argentinos y los gringos lo han hecho.
No estamos tan mal, dirán los optimistas. Pero los pesimistas responderán: lo malo es que en México la pandemia ya nos agarró polarizados. Penosamente, dos tribus convencidas de que la razón les pertenece, que su verdad es la mejor única. Por ello, el desenlace de la batalla parece peor: nadie ganó, todos perdimos.
Lo que unos y otros deberían entender y corregir, es que habrá otras crisis y otros gobiernos, y serán peores solo si el partidismo sigue influyendo más en el comportamiento tribal de las decisiones.
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