Propuestas y soluciones
See you later Grinch
Hasta hace no mucho, apenas comenzar las campanas de Belén y los pastores y los peces en el río y las esferas, los pinos, las luces y toda la faramalla navideña, su seguro servidor se encerraba y empezaba a rezongar en contra de todo aquello que fuera sinónimo del empalago decembrino.
Era yo un grinch radical, lo confieso.
Acostumbrado, o mal acostumbrado diría yo, a la mentira, la hipocresía y a la malicia habitual de todo el año, me caía gordo o no alcanzaba a entender la supuesta magia de las fechas navideñas.
Esas en las que Todomundo, dejaba el rencor de lado y optaba por los abrazos y no por los balazos, como predica sin mucho éxito el preciso.
En la prensa, en la política y en otros arrabales similares, uno ve de todo y pocas cosas son dignas de encender una llamita o una lucecita de esperanza.
Acostumbrado a las malas noticias o a las tragedias del día a día, es común terminar trivializando la desgracia ajena.
Y la propia.
Y desconfiando de la buena voluntad de los hombres.
O de la buena fe.
Sin embargo, después de dos años de pandemia, de encierro, de miedo, de pena, de tristezas y de pérdidas de todo tipo, llega el momento en que uno se da cuenta de que no se puede vivir odiando o rumiando todo el tiempo.
Cuando la pandemia comenzó, todos buscábamos culpables, todos querían acusar a alguien.
Enjuiciar, condenar, sentenciar.
Con el tiempo, pienso que nos dimos cuenta que cuando la muerte viene, o la enfermedad, no distinguen creencias ni clases.
Se llora en el jacal y se llora en la mansión.
La enfermedad nos unió.
Y si no, al menos nos formó en la misma fila.
Para bien y para mal.
En la fila del oxígeno y en la de la vacuna, no había diferencias.
Quisiera pensar para no ahondar en tristezas, que el trago amargo de la insana distancia y de la soledad, nos hizo entender, en serio, la magia de un abrazo, de una mirada o de una sonrisa.
Y hoy que la blanca Navidad vuelve a asomar por la ventana, con sus villancicos y sus luces de colores, más que pensar en los pleitos y penurias de todo el año, me ha dado por subirme al carro iluminado.
Sirva todo este rollo para disimular que en realidad es un tema de la edad.
Me bajo del bando de los grinches.
Al menos por un rato.
Feliz Navidad y Año Nuevo para todes las personas de buena voluntad.