México ante su mayor amenaza
Discursos que cambian la historia
A pesar de la influencia de las redes sociales, la oratoria aún resuena entre las masas. Hoy como siempre, los verdaderos líderes políticos deben ser grandes oradores, carismáticos y fieles a sus ideas. Con sus discursos, permanecen en la memoria colectiva porque reviven la esperanza en tiempos obscuros, inspiran hazañas, fortalecen el carácter de sus pueblos, honran a los muertos, y cambian el curso de la historia.
“La comunicación es el verdadero trabajo del liderazgo”, sostiene Nitin Nohria, catedrático de la Harvard Business School (HBS). “Puedes alcanzar a la gente con logotipos o lógica, a través de su idea de lo que es racional”, explica. “Puedes usar patologías, apelar a sus emociones, o argumentar sobre su sentido de los valores éticos”, pero los grandes líderes, acota, “utilizan casi todo su tiempo en comunicar”.
Sin embargo, Nohria y la mayoría de sus colegas coinciden en que lo esencial para construir un buen discurso es conocer a la audiencia. Sólo los grandes líderes entienden a la gente a la que quieren llegar, y lo que pueden y no pueden entender. Envían mensajes a través de una puerta abierta, en lugar de tratar de hacerlo atravesando muros.
Para Joseph Badaracco, también profesor en la HBS, la clave para conocer a una audiencia es la habilidad de escuchar. “La comunicación no siempre puede seguir el modelo vertical”, dice. “Los líderes deben ser maestros en el arte de escuchar, necesitan ser tan capaces de recibir como de enviar mensajes”.
Pero lo que se dice es sólo el principio, advierte Badaracco. “Tu comportamiento, tus acciones, y tus decisiones son siempre maneras de comunicar, y los líderes deben aprender a crear mensajes consistentes con todo ello. Es una frase común, pero los líderes lideran con el ejemplo”.
Por eso, algunos discursos permanecen en la memoria colectiva de propios y extraños. Una exclusiva lista de notables y discursos como estos:
Abraham Lincoln: “Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación, concebida en libertad y consagrada a la premisa de que todos los hombres fueron creados iguales”.
Winston Churchill: “No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.
Martin Luther King, Jr.: “Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales”.
John F. Kennedy: “Compatriotas: no pregunten qué puede hacer su país por ustedes, pregúntense qué pueden hacer ustedes por su país”.
Luis Donaldo Colosio: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”.
Ahora, una pregunta incómoda para los partidos que aspiran al poder presidencial en México, y dolorosa para los mexicanos: en estos tiempos obscuros, ¿qué candidat@ o precandidat@ ha pronunciado un gran discurso, capaz de revivir la esperanza, inspirar hazañas, fortalecer el carácter del pueblo, honrar a los muertos, y cambiar el curso de nuestra historia?
Algún discurso parecido al de Thurgood Marshall, cuando se convirtió en el primer juez afroamericano de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, en 1992:
“No podemos ser como el avestruz. La democracia no crece en medio del miedo. La libertad no florece entre el odio. La justicia no hace raíces en la rabia. América debe ponerse a trabajar. En el clima gélido en el que vivimos, debemos caminar contra el viento. Debemos oponernos a la indiferencia. “Debemos oponernos a la apatía. Debemos oponernos al miedo, el odio y la desconfianza. Debemos oponernos a una Nación que ha enterrado su cabeza en la arena, esperando en vano por las necesidades de sus pobres.
“Debemos oponernos a un gobierno que ha dejado a sus jóvenes sin empleos, educación y esperanza. Debemos oponernos a la pobreza de visión, y de la ausencia de liderazgo moral. Debemos oponernos porque América puede ser mejor, porque América no tiene otra opción que mejorar”.
Que conste, es pregunta.