Hoja verde
El falso debate de la violencia
“López Obrador propone amnistía a narcos para garantizar la paz”. Palabras más, palabras menos, decía la cabeza principal de casi toda la prensa tradicional sobre lo dicho el sábado por el candidato presidencial de Morena, durante su gira por Guerrero.
Previsible y lamentablemente, de todos lados le llovieron críticas al Peje.
Una amnistía a líderes del narcotráfico, “niega de facto el proceso de justicia para las víctimas de la delincuencia organizada”, dijo José Antonio Meade.
“Si planteas una amnistía estás aceptando prácticamente un narcoestado”, rechazó Miguel Mancera.
“Es otra más de sus locuras”, se desdeñó Ricardo Anaya.
“Es un grave error”, alertaron los secretarios de Marina y Defensa. “Habrá gente a la que le duela, la que ha perdido un hijo, un padre. Obviamente no lo pueden entender”, recordó Vidal Soberón, titular de la Marina. Por su parte, el general Salvador Cienfuegos preguntó retórico “¿cómo es posible pensar que se les dé una amnistía? Estoy en contra, más claro que eso, nada”.
Previsible, porque la propuesta venía de Andrés Manuel López Obrador, muso antonomástico de la polarización electoral, y enemigo declarado de y por todos los declarantes.
Lamentable, porque aun siendo polémica, la propuesta merece de la clase política algo más que crítica, porque la relevancia del tema demanda sustancia, contrapropuestas y debate.
Lamentable, porque a pesar de que los principales preocupados y afectados por la violencia son los ciudadanos, en las redes sociales también prevaleció el rechazo y la descalificación ofensiva, y escaseó la discusión y el análisis.
Pero quizá lo más lamentable es que la prensa tradicional generó involuntariamente(?) la politización del debate. La redacción de la cabeza de sus notas simplificó el sentido de la declaración de AMLO: “hay que hablar con los mexicanos, con todos, y hay que plantearles de que necesitamos la paz y que todos podemos ayudar a que haya paz en el país.
“Vamos a explorar todas las posibilidades, desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo de drogas”.
Es fácil entender y coincidir con el rechazo al simplismo periodístico: ¿amnistía a narcos para garantizar la paz?
“Perdón por lo burda, pero para mí, es orinarse sobre muchas tumbas”, comentó una feisbuquera. Otro, menos sutil sentenció: “amnistía es cobardía y punto. ¡Estos desgraciados merecen la horca!
Quizá algo menos drástico, pero ¿cómo perdonar crímenes tan violentos, por qué perdonar la crueldad salvaje de sus actos? Sin embargo, algo debemos hacer para recuperar la paz que nos robaron los cárteles del narco y también la guerra contra el crimen organizado.
Por eso, aunque es difícil aceptar una amnistía, es fácil coincidir con la necesidad de “explorar todas las posibilidades”, como propone el Peje. Lo mismo que ha propuesto varias veces el gobernador Héctor Astudillo: “buscar otros caminos”.
Lo verdaderamente inaceptable es mantener el falso e irresponsable debate partidista sobre la violencia que, como el propio secretario de Marina señaló, más que un objetivo real, sólo tiene fines electorales.