Católicos de Acapulco y Chilpancingo celebran el Domingo de Ramos
20 de marzo de 2016
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12:23
Jorge Alberto Martínez, Ger Trani/Quadratín
ACAPULCO, Gro., 20 de marzo de 2016.- Cientos de feligreses de Acapulco y Chilpancingo celebraron el Domingo de Ramos, dando inicio a la Semana Santa.
En la capital del estado, el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza pidió a los representantes de los medios de comunicación no exagerar las noticias tanto en internet como en periódicos.
“Yo entiendo a los medios que quieren vender noticia, pero son noticias que exponen muy amarillistas, yo a veces camino por el Zócalo y si exprimo un periódico le sale mucha sangre, les pido más ética a los medios y que den a conocer que en Guerrero existimos más gente buena que mala, que los malos son pocos y que la mayoría es gente buena, hablen de sus tradiciones como su pendón y cosas bonitas, no malas”, expresó.
El obispo indicó que en cada uno de los hogares se hable de la bondad que debe tener cada niño para que cuando este crezca no cometa el error de matar o delinquir, ahí está el camino, dijo.
El recorrido pasó desde la iglesia de San Francisco y recorrió principales avenidas hasta culminar en el zócalo.
Rangel Mendoza informó que el próximo miércoles asistirá a Iguala un representante del papá Francisco de nombre Cristhoper Umoe de origen Francés, aunque dijo que hasta ahora no sabía muchos detalles por ser otra diócesis la encargada de recibirlo.
Por otra parte, en Acapulco, creyentes católicos porteños se reunieron en la Catedral de Nuestra Señora de la Soledad, con cruces hechas de hoja de palma para recibir la bendición del arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos.
En el Zócalo venden los ramos desde 10 a 25 pesos, según el tamaño.
Con el Domingo de Ramos, se considera que oficialmente da comienzo la Semana Santa. En él se honra el día en que Jesús entró triunfante en la ciudad de Jerusalén y es una tradición católica que data de miles de años.
Una gran muchedumbre fue a las puertas de la ciudad a aclamar a Jesús en su llegada, pues habían escuchado hablar de sus obras y milagros; algunos de ellos ya habían asistido a sus parábolas y se encargaron de ensalzar lo milagroso de sus actos entre la población, por lo que la expectación era máxima.