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ACAPULCO, Gro., 23 de septiembre de 2022.- La acapulqueña Lizbeth Santoyo Román trabaja como chofer de un taxi azul con blanco desde hace 11 años.
Ella aplaudió la iniciativa del gobierno del estado de poner en marcha el Transporte Violeta en Acapulco y Chilpancingo.
Consideró sin embargo que la iniciativa gubernamental debe incluir a las mujeres como choferes, al advertir que sus compañeros transportistas requieren capacitación y sensibilización, ya que en su caso ha sido víctima de machismo, discriminación y misoginia.
Lamentó que los programas y apoyos del gobierno estatal para el gremio estén dirigidos exclusivamente a los hombres, a pesar de que son cada vez más mujeres que prestan el servicio, tanto en taxis colectivos como en los azules.
Señaló que los mismos integrantes de los sitios de taxis discriminan a las mujeres al no admitirlas, lo que las mantiene fuera de las políticas públicas al desdeñar el trabajo femenino en ese sector, pues no figuran en ellas.
“Las mujeres taxistas sufrimos discriminación y machismo, amenazas de los mismos compañeros y para nosotras no hay apoyo ni respaldo del gobierno”, señaló.
Lizbeth Santoyo es una de las escasas mujeres conductoras que prestan el servicio nocturno en el transporte, debido a que la mayoría trabaja de día ante la percepción de inseguridad.
A pesar de la discriminación y la misoginia de la que ha sido víctima por sus compañeros del volante, habló de la generosidad que implica prestar el servicio como taxista, de la confianza que ha ganado con sus clientes, y las ventajas que tiene como una trabajadora independiente al valorar la libertad que mantiene desde hace 11 años, lo que le permite pasar más tiempo con sus tres hijos y estar al pendiente de ellos: tres adolescentes, una mujer y un varón preparatorianos y, una jovencita que cursa la secundaria.
Gracias a su trabajo, Lizbeth ha pagado los estudios básicos de sus tres hijos desde que asumió la responsabilidad como madre soltera, luego del rompimiento con su pareja de entonces cuando era una veinteañera.
Santoyo Román recordó que ante las escasas oportunidades de empleo fue que eligió ser chofer.
La jornada laboral de Lizbeth comienza a las 18:30 horas y termina las primeras horas del día siguiente. Cuando se le preguntó si su horario laboral implicaba un mayor riesgo, respondió que los sucesos de violencia e inseguridad ocurrían fundamentalmente en el día.
Una experiencia desagradable que compartió, fue cuando la detuvieron en un retén militar, cuando los soldados le pidieron abrir la cajuela de su taxi, levantar las cubiertas plásticas de los asientos del coche y hasta sacar cada objeto de su bolso, incluido su maquillaje y abrir cada accesorio que llevaba en su cosmetiquera.
En contraste, contó que conoció a su actual pareja cuando hizo un traslado del Zócalo a la Unidad Deportiva Acapulco cuando la remodelaban hace cinco años.
Para ella, el trabajo nocturno como chofer es mejor porque tiene traslados especiales, porque aprendió a trabajar un servicio en hotelería, en centros nocturnos y en discotecas. Son sitios donde antes sólo había hombres pero que poco a poco, se cuenta con la afortunada presencia de mujeres porque antes estaba vedada, aunque como sus demás compañeras, luchan por condiciones equitativas de trabajo e igualdad de oportunidades.