El presupuesto es un laberinto
Dice el refrán que “para tener la lengua larga hay que tener la cola corta” y en el caso de Evodio Velázquez es de un cinismo extremo que pretenda en Ciudad de México dar clases de seguridad pública y reprochar al estado y la federación sus fallas, que seguramente las hay, cuando él mismo tiene a Acapulco sumido en la inseguridad, producto en gran parte de sus complicidades con la delincuencia organizada.
Más allá del diferendo actual entre el PRI y el PRD en Guerrero, lo que es claro es la utilización política del asesinato ruin y cobarde de Ambrosio Soto, alcalde de Pungarabato, por parte del presidente de Acapulco, Evodio Velázquez.
Este homicidio artero en contra del edil de la Tierra Caliente ha querido ser utilizado por el alcalde perredista de Acapulco para tratar, sin ningún escrúpulo, de sacar raja política, y al mismo tiempo para buscar desviar la atención sobre su desastrosa, corrupta y cómplice gestión en materia de seguridad pública.
De qué otra manera puede interpretarse su negativa permanente a depurar la Policía Municipal, el sostener mandos policiacos sin certificar violando flagrantemente la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, al mandar a trabajar como policías, con placas y armamento, a 720 reprobados en control y confianza, en mantener a toda costa una policía infiltrada por la delincuencia a su servicio; situación por la cual, los diputados ciudadanos lo denunciamos penalmente ante la Procuraduría General de la República.
No hay prevención del delito de parte del Ayuntamiento y la Policía Municipal no le sirve a los acapulqueños. Veamos los datos que presentó ante el Cabildo porteño el quinto secretario de Seguridad Pública municipal, Capitán Max Lorenzo Sedano, correspondientes a junio de 2016.
Reporta este secretario, que se ha dedicado a contemporizar con la policía corrompida, que durante el pasado mes de junio se cometieron 76 homicidios dolosos, hubo 27 personas lesionadas (19 con arma de fuego, cuatro con arma blanca y cuatro a golpes); así como 54 robos.
Durante el mes los números que arrojan su labor de seguridad y prevención del delito son risibles y denotan complicidad con la delincuencia: mil 80 personas fueron puestas a disposición de juez calificador por ingerir bebidas embriagantes en vía pública, 189 por escandalizar, 48 por satisfacer necesidades en la calle, y sólo cinco personas consignadas (una por delitos contra la salud y cuatro por daños y lesiones). Si se toma en cuenta las 27 personas lesionadas, los consignados al Ministerio Público por lesiones no representarían ni el 15 por ciento de los casos. Con relación a los delitos con arma de fuego y los robos no hay ningún detenido.
Estos nulos resultados de la Policía Municipal de Acapulco contrastan con los terribles números que arroja el Semáforo Delictivo. Según esta medición entre enero y junio se habían cometido en Acapulco 466 de los mil 52 homicidios perpetrados en Guerrero.
Según las cifras del periódico El Sur van 586 homicidios al día 28 de julio del presente año, siendo también el puerto el municipio con más robos de auto (847 de mil 918 en el estado), y más robos a casas (115 casos de los 284 estatales), y a negocios (321 de los 429 de todo Guerrero).
En Acapulco es más fácil ser detenido por la Policía Preventiva municipal por beber u orinar en la calle, que por robar, lesionar o matar a una persona. No hay una fuerza pública municipal real porque no cuenta con los elementos certificados y está infiltrada por los delincuentes, por eso sólo se dedica a detener a personas embriagadas, mientras deja el campo libre a los criminales y no previene el delito.
Acapulco es el municipio con mayor inseguridad pública en el estado, y no solamente por los homicidios, sino también por los robos a casas y negocios, lo que revela la escasa prevención del delito.
El Escudo Acapulco hace agua por todos lados, por eso es verdaderamente absurdo y de una desfachatez monumental que Evodio Velázquez, el solapador de la Policía que le sirve a los delincuentes, ahora cuestione en otros órdenes de gobierno lo que su gobierno no hace y se envuelva falsamente en la bandera de la lucha por la seguridad. Él es parte del grave problema de la inseguridad de Acapulco, no de su solución.
*El autor es coordinador de la Fracción Parlamentaria de Movimiento Ciudadano en el Congreso del Estado de Guerrero.