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CIUDAD de MÉXICO, 24 de diciembre de 2016.- En México, se cosechan más de 246 hectáreas de Flor de Nochebuena, que en latín significa La Más Bella y en Náhuatl Flor de Cuero. Entre las seis principales entidades productoras son: Morelos, Michoacán, Ciudad de México, Puebla, Jalisco y Estado de México.
De acuerdo con Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND) en Morelos se cosecha un volumen de 5.7 millones de plantas; seguidos de Michoacán con cuatro millones; Ciudad de México, 3.1 millones; Puebla, 1.4 millones; Jalisco, 1.3 millones; y Estado de México, 883 mil plantas.
Orígenes de la Flor de Nochebuena
También es conocida como Flor de Pascua, Estrella de Navidad, Santa Catalina o Flor de Fuego, la Flor de Nochebuena tiene su origen en Centroamérica y México, principalmente en estados de Morelos, Michoacán y Ciudad de México.
Según datos históricos, la nochebuena se usó por primera vez en las fiestas navideñas del siglo 17, en Taxco, Guerrero. Un grupo de monjes franciscanos recolectó estas vistosas flores en los campos cercanos, donde crecían de forma silvestre, para enmarcar una procesión conmemorativa de la Natividad.
Durante la Colonia, la sociedad novohispana comenzó a usarlas para engalanar sus nacimientos y formar guirnaldas decorativas. A partir de entonces, la cuetlaxóchitl —en lengua náhuatl— ha estado ligada a la Navidad en México.
En Chiapas se le llama Sijoyo, y en Durango, Catalina; en Guerrero, Michoacán, Veracruz e Hidalgo, se le conoce como flor de pascua y en Oaxaca como flor de Santa Catarina. También hay quienes la llaman flor de fuego o bandera.
En Centroamérica es conocida como hoja encendida; en Chile y Perú como corona de los Andes, o simplemente como flor de Navidad en Venezuela.
En Argentina se le conoce como estrella federal, por haber sido el símbolo que escogieron las fuerzas federalistas en el siglo 19 para combatir a quienes pugnaban por la implantación del centralismo en ese país; de hecho, es la flor nacional.
Se sabe que la Basílica de San Pedro en el Vaticano fue adornada con cientos de cuetlaxóchitl la noche del 24 de diciembre de 1899, provocando la admiración de todos los visitantes por la belleza del regalo que México le había hecho al mundo.