Inician en Mochitlán conciertos navideños de la Filarmónica de Acapulco
ACAPULCO, Gro., 10 de abril de 2019.- ¡Los mayas llegaron ya! Llegaron al puerto de Acapulco bailando jarana y rocanrol con Alex Syntek y boleros de Manzanero, mientras Ix Chel mengua en el cielo en esta noche de playa Revolcadero.
El templo de Kukulkán colorido sobre una pantalla gigante mira a la icónica pirámide azteca que es el hotel Princess, obra arquitectónica de cemento y cristal, sueño opiáceo llevado al diseño y a la realidad por William Rudolph y Leonides Guadarrama en los años setentas del siglo pasado.
Cosas de la historia, hojas sueltas de los mitos del viejo Acapulco hoy recobrado por este zar del dinero, una especie de rey midas del turismo, ejemplo del exitoso binomio empresarial dinero público-privado, dueño del Grupo Autofin, José Antonio Hernández, exaltado por el mismísimo Tlatoani que impera en la otrora gran Tenochtitlán.
Sí, por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que el día de la inauguración del Tianguis Turístico 2019, realizado en el Mundo Imperial, propiedad de este vendedor de autos a crédito, lo puso como un ejemplo de la cultura del esfuerzo.
Allí en ese neofeudo de Hernández, la noche de este martes 9 bajo la luna, el gobernador de Yucatán, Mauricio Vila Dosal y su secretaria de Turismo, Michelle Fridman Hirsch, recibieron de mano del secretario de Turismo Miguel Torruco, la estafeta que obliga la realización del evento más fifí del país, que combina reventón, excesos y negocios privados de esta especie de casta divina que es el turismo, en territorio peninsular.
Los anfitriones de este año, el gobernador Héctor Astudillo Flores, acompañado de su secretario de Turismo Ernesto Rodríguez Escalona, en exclusiva guayabera de lino negra, quien ha estado en el puesto alrededor de 18 años, miembro de una familia que hizo dinero y prestigio, abriendo ostras y haciendo picaditas, digno representante de lo que se conoce acá como oligarquía cevichera, fueron testigos de la ceremonia ante casi cinco mil invitados.
Pero esta noche el anfitrión es el gobierno de Yucatán, los que se trajeron hasta el perico a este balneario del Pacífico, toneladas de plástico y papel promocional que habla de esa tierra de palmares y haciendas henequeneras.
Una amplia delegación que en paquete incluye gobernador, secretaria, empresarios amigos —el esquema se reproduce en este negocio controlado por políticos-empresarios— y, no podían faltar, periodistas.
Y con ellos, los yucatecos trajeron una vieja práctica discriminatoria de la sociedad de castas, propia de los criollos de entonces, que se vivía allá.
El espacio de la fiesta, una alfombra verde de césped natural, fue fraccionado, fifímente, en dos excluyentes segmentos —aunque parezcan los mismos ellos no se sienten iguales—; un vergonzoso muro trumpiano de herrería cubierta con mantas negras que separa la zona VIP, con sillones lounge frente al escenario, del otro lado, menos fifí, en sillas, mesas y periqueras.
El racismo propio de esta industria dominada por los white mexicans y su apendejada cultura documentada en la videoteca Televisa y su visión mexicana de lo nacional.
Hasta artistas manoseados por Televisa como Alex Syntek y Armando Manzanero, sin duda un exponente de la cultura musical yucateca, vinieron a representar al pueblo yucateco en Acapulco, evento organizado por Michelle Fridman Hirsch, secretaria de Fomento Turístico, colaborado de ADN 40, Grupo Fórmula, Televisa Radio, MVS, Publimetro, 24 Horas, Ibero 90.9, Grupo Imagen, Rolling Stone México, El Financiero Bloomberg, entre otros, dice su currículum. Uffff… para que no quede ninguna duda.
Estamos en la fiesta agonizante del llamado Tianguis Turistico de Acapulco 2019, que con intermitencias vuelve a su origen cada 24 meses, y este martes en los verdes jardines aledaños a las playas de Revolcadero del hotel Princess, el gobernador recibe la estafeta y responsabilidad para organizar en 2020 la fiesta más fifí del país.
Previo a esta fiesta, Michelle había vaticinado una nueva era para el Tianguis, dijo “mucho más eficiente, muy yucateco”. Hay que esperar cuál es la propuesta. Porque hoy la fiesta de Yucatan en Acapulco—mucho bolillo con cochinita y dulce de papaya— reflejó, tristemente, la realidad de estos eventos que hegemonizan los white mexicans para uso y disfrute de “la gente bonita”. Nada que ver con la admirada cultura e idealizada belleza de Kukulkán.