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CHICAGO, Il., 23 de septiembre de 2024.- Margarito y Ubaldo son dos migrantes guerrerenses que cruzaron la frontera de manera ilegal en épocas diferentes.
Las historias se dirigen por caminos diferentes: Margarito Rodríguez quiere volver a Icatepec, localidad del municipio de Taxco, a donde quiere pasar sus últimos años de vida.
En cambio Ubaldo Trujillo Urquiza, lanzó un mensaje a quienes buscan perseguir el sueño americano en la actualidad y sugirió tener despedidas de sus seres queridos porque el tiempo transcurre y él ya ha tenido pérdidas familiares muy sentidas por no poder volver a su tierra, Atzala, municipio de Taxco.
Margarito Rodríguez fue el primer presidente de los Clubes Unidos Guerrerenses del Medio Oeste radicados en Estados Unidos y antes de la conformación de la organización regularizó su situación migratoria en Chicago, a donde llegó cuando tenía 18 años.
Cuenta desde hace una década con un patrimonio propio que ha construido con la ayuda de su esposa y está por cumplir 40 años de radicación en Estados Unidos. Él es uno de los guerrerenses que ha persistido en el emprendimiento y es socio de un restaurante y una peletería.
En cambio, Ubaldo aún es ilegal y sin haberlo planeado llegó a Estados Unidos hace poco más de 15 años.
No obstante, ha aprovechado su afiliación a los Clubes Unidos Guerrerenses del Medio Oeste para tramitar visas para traer a sus padres y a otros familiares que alcanzaron los 65 años de edad.
Margarito Rodríguez tiene 57 años y llegó a Estados Unidos bajo condiciones menos adversas y menos peligrosas que las que viven los migrantes hoy en día.
Pagó 200 dólares al pollero que los guió por el desierto y a pesar de que quería seguir estudiando se dedicó a trabajar.
Tuvo oportunidad de volver a su tierra de nueva cuenta y fue cuando conoció a la que sería su esposa Ismaela Díaz, con quien se casó. Ambos viajaron a Chicago, donde después nacieron sus dos hijos, Víctor y Marlen.
Contó que al comenzar el negocio fue complicado pues no tenían dinero para pagar empleados, por lo cual su esposa trabajaba en una fábrica y al salir de sus turnos seguía su labor en el restaurante y hacía tortillas a mano.
Poco a poco han involucrado a sus hijos y se encargan de tareas administrativas o como meseros.
Margarito y su esposa añoran su tierra y si bien llevan a sus hijos para que mantengan un vínculo con el pueblo de sus padres, que vean que todavía hay carencias y que tengan la sensibilidad por mantener el apoyo para las comunidades.
“Tengo 24 años en la organización y fui el primer presidente. Nos organizamos para ayudar a la comunidad con buenos resultados. El gobierno no se ha involucrado como quisiéramos, pero para mi comunidad el programa 3X1 ha sido muy importante porque hoy tenemos agua entubada y se han hecho carreteras, las calles se pavimentaron, hicimos aulas para la telesecundaria, techamos una cancha y otras cosas”, puntualizó.
Celebró que la violencia no alcance aún a Icatepec, lo que no ocurre en otras partes de Guerrero, según contaron otros migrantes, donde dijeron que integrantes del crimen organizado comenzaron a cobrar cuotas que van de los 18 mil hasta los 60 mil pesos cuando saben que algún integrante del pueblo migró a Estados Unidos.
A su vez, Ubaldo Trujillo de 37 años viajó con su primo porque necesitaban conseguir dinero para pagar los gastos médicos de su prima luego de que tuvo un accidente. No estaba en sus planes ni quería viajar a Estados Unidos.
Llegó a Chicago en febrero de 2006 y sus primos lo convencieron de cruzar la frontera de manera ilegal, cruzando cerros y pagando dos mil 100 dólares por persona a un coyote.
Ubaldo cruzó el desierto de Ciudad Juárez en el estado de Chihuahua, y le llevó a él y a sus primos tan sólo cinco horas para conseguir pisar Estados Unidos.
Se dirigieron con familiares en Chicago, con quienes vive desde que llegaron. Decidieron afiliarse a los Clubes de Migrantes para mejorar las condiciones de Atzala, construyeron un parque, pavimentaron algunas calles, hicieron arreglos a la cancha de futbol y está en puerta impermeabilizar el techo de la telesecundaria y mejorar su sistema eléctrico.
Ante el riesgo de extinción de la organización, el interés de Ubaldo, empleado de una fábrica, es que disfruta de las actividades culturales, las exposiciones, la literatura y revivir las tradiciones con las que creció antes de migrar a Estados Unidos.
“Si seguimos en la organización es porque queremos ayudar a la comunidad, porque para mucha gente esto que estamos haciendo, dicen que es perder el tiempo y no les gusta. Para mi es sumar para mi gente, principalmente estoy aquí”, expuso.
De las pérdidas familiares, dijo que han fallecido su abuela, tías, primos y más seres queridos.
“Si deciden venir a Estados Unidos despídanse de su familia porque va a haber muchos que ya no les vamos a ver”, expresó.