La superioridad moral
Con motivo de las fiestas de la consumación de la Independencia, se recordaron varios hechos, en especial, se hizo más énfasis en los llevados a cabo en el último año de la gesta, sin olvidar los más emblemáticos.
En nuestra ciudad pasó uno prácticamente desapercibido y es que aquí los realistas capitularon más de dos semanas después de haberse firmado el Acta de Independencia, siendo este su último bastión en el Pacífico.
Dicha capitulación se llevó a cabo ante las fuerzas de Juan Álvarez, pasando así a manos del nuevo gobierno, el 15 de octubre de 1821, nuestro querido Fuerte de San Diego.
Como dato curioso, los españoles tomarían el control nuevamente de la ciudad y puerto de Acapulco y sus costas aledañas aproximadamente 60 años después. Esto, debido a una serie de factores combinados, que tuvieron que llegar al punto de llevar a cabo una nueva guerra local de Independencia, que para propios y extraños resulta raro, puesto que es un pasaje prácticamente desconocido.
Así, este territorio, en aquel tiempo distante de Ciudad de México, ya que no existía camino real si no de herradura, era una especie de República Bananera al servicio de tres casas comerciales españolas.
Y es aquí en donde pasó, prácticamente olvidado para las autoridades locales, el centenario de la llegada al poder por la vía democrática, no sin antes tratar de hacerle fraude, de Juan R. Escudero; quien fue el que inició esta nueva batalla casi una década atrás de su llegada al poder y que terminaría prácticamente con la inauguración de la carretera México-Acapulco a finales de 1927.
Por eso quiero felicitar a la nueva administración municipal de Acapulco, que ha puesto a este mártir acapulqueño, junto con otro y otras próceres, en su imagen de gobierno. Enhorabuena.