
Gravar las remesas
El golpe cimbró al régimen. Aunque no lo reconozcan, marca un punto de quiebre y los despierta del sueño en el que todo lo pueden sin que nada les preocupe. Pegó alto y muy cerca, no hubo casualidades ni improvisación. Un trabajo profesional y bien planeado que les reveló lo vulnerables que son cuando más fuertes se sentían. Por eso el mensaje no es tan difícil de descifrar, pero el sentido varía según quién lo mandó y quiénes son los destinatarios. En cualquier caso, las consecuencias las acabaremos pagando todos.
Aunque tanto Ximena Guzmán como José Muñoz eran altos funcionarios públicos con importantes responsabilidades en el gobierno de la Ciudad de México, nada de lo que se conoce permite inferir que el trágico ataque que sufrieron haya sido en respuesta a su trabajo. Que participaran en el gabinete de seguridad no significa que tuvieran responsabilidad por los operativos realizados contra grupos criminales, en el mejor de los casos eran testigos pasivos de lo que ahí se informaba, discutía y acordaba. Tampoco hay ninguna información seria que los involucre en actividades ilícitas, al contrario, infinidad de testimonios de amigos, conocidos y compañeros de trabajo son muy favorables para ambos y, por lo mismo, expresan indignación e incredulidad ante su cobarde asesinato.
Si, como todo indica, ellos eran solo un medio y no el fin, entonces la situación, además de trágica, es también escalofriante, por lo que eso significa, y muy dolorosa al ser injusta y arbitraria. Dos funcionarios que no la debían fueron abatidos a sangre fría para servir a propósitos que los rebasan. Dirán con razón que eso sucede todos los días en el país y hay infinidad de víctimas igualmente inocentes, cuyas vidas también fueron monedas de cambio en venganzas o advertencias; pero, sin decir la barbaridad que unas valen más que otras -lo cual no creo-, las implicaciones son distintas y más graves, debido a sus efectos, cuando el atentado mortal golpea en el corazón del poder político.
Esperemos que las investigaciones sean exitosas, convincentes y sus resultados públicos, sin ocultar el auténtico móvil del crimen, además de revelar a los autores materiales e intelectuales. Por lo pronto, el grupo en el poder se sabe amenazado y eso es mal augurio. Los criminales demostraron conocimiento, capacidad logística y operación para preparar el doble asesinato, realizarlo y escapar con éxito, al mismo tiempo que el gabinete de seguridad daba su informe en la mañanera. Con ello lograron la transmisión en vivo y en directo del estupor de la presidenta Sheinbaum y del secretario Harfuch ante los hechos, es decir, pensaron en amplificar el impacto mediático a sabiendas de que el régimen prioriza la comunicación y la propaganda sobre todas las cosas.
El miedo es mal consejero y, si los que están en el poder se sienten amenazados, lo que sigue es que el autoritarismo se asiente, profundice y acelere. El Estado policiaco que Ernesto Zedillo denuncia como destino del país tras la destrucción de la democracia operada por López Obrador, la cual se consumará con la elección judicial, tendría un acicate para que, olvidándose de las formas, lo impongan con apremio. No se descubre el hilo negro al señalar que la violencia política lleva a la dictadura.
La presidenta llama a no especular, pero el vacío de información lo hace imposible. No es lo mismo que se trate de una respuesta de un grupo criminal local a la administración capitalina que el mensaje de un cártel nacional que decide cobrarse en la CDMX y con la elite en el poder los daños recibidos en sus territorios. La cercanía personal y laboral de Ximena y José con Clara Brugada apuntan a lo primero, pero la precisión y complejidad del atentado a lo segundo. Puede haber más explicaciones, pero todas perturbadoras.
Después de permitir el empoderamiento sin precedentes del crimen organizado es más difícil controlarlo. Además de su extendido control territorial, cuenta con bases sociales y un amplio entramado de complicidades en los distintos niveles y ámbitos del poder público. Es la herencia maldita de López Obrador que hoy amenaza al régimen que la cobijó porque las condiciones cambiaron. Lo peor está por venir.