
Teléfono rojo
Al Plan C solo le queda un pendiente y ya está emplazada su culminación. La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que presentará la iniciativa de reforma electoral para el periodo ordinario de sesiones que inicia en septiembre y los grupos parlamentarios de Morena han adelantado que su aprobación será prioridad, lo cual, según la experiencia, significa madruguete con fast-track.
Aunque resulte una propuesta distinta a la presentada por López Obrador el 5 de febrero de 2024, la mandataria ha dejado claro que su sentido será el mismo. Por ello peligran los avances logrados durante el último medio siglo.
El objetivo del régimen es evidente: garantizar su permanencia en el poder y volver estructural la espuria mayoría calificada que hoy tienen en ambas cámaras para mantener, en exclusiva, la llave constitucional y seguir modificando en solitario la Carta Magna. Sin mucho éxito buscan esconder esas intenciones autoritarias. La Presidenta adelantó el supuesto gran propósito de la reforma, reciclando el argumento preferido del gobierno más despilfarrador del siglo: la austeridad.
El pretexto sirve a la propaganda, pero no se sostiene. En 2025 le otorgaron al INE 27 mil millones de pesos -incluye el costo de la elección judicial-, apenas el 0.29% del presupuesto federal. La cancelación del aeropuerto en Texcoco costó 331 mil millones de pesos, según la ASF, así que, con el AIFA en Santa Lucía se rebasaron los 400 mil millones y no resolvieron ningún problema. Al Tren Maya le han dado 550 mil millones y el subsidio que recibe para operar es 25 veces mayor a sus ingresos. Dos Bocas es la refinería que menos refina tras invertirle más de 20 mil millones de dólares y Pemex perdió más de 43 mil millones de pesos tan solo en el primer trimestre del año.
Importa exhibir el demagógico engaño, pero no caigamos en la trampa. Tener elecciones confiables, cuyos resultados sean aceptados por todos, es una inversión invaluable para la gobernabilidad del país, a menos que quieran sustituir la legitimidad por la bota militar. Todas las medidas perfiladas benefician al grupo en el poder para perpetuarse ahí y mantener su hegemonía: reducir el número de diputados y senadores a costa de los pluris; disminuir el costo de las elecciones; acabar con márgenes de equidad en el financiamiento; y controlar desde el gobierno y su partido a las autoridades electorales.
No puede llamarse democrática una elección si a las minorías se les niegan condiciones de competencia para poder convertirse en mayoría, tal y como ocurría en el viejo régimen. Tampoco si sirven para sobrerrepresentar al oficialismo y aplastar la pluralidad del país.
La mejor manera de oponerse a tan ignominioso retroceso es proponiendo una alternativa de reforma que, en lugar de retroceder, avance. Eso hizo el Instituto de Estudios de la Transición Democrática (IETD), donde participan ex consejeros del INE, entre ellos tres ex presidentes, así como expertos, académicos e intelectuales comprometidos con la democracia.
Hacen cuatro propuestas: 1) Que la reforma sea procesada mediante amplio consenso, como han sido las anteriores, para que las distintas fuerzas se comprometan con sus reglas y resultados. 2) Acabar la sobrerrepresentación y subrrepresentación, eligiendo 250 diputados de mayoría y 250 de representación proporcional. Cada fuerza tendría el mismo porcentaje de escaños en la Cámara que el obtenido en la votación efectiva. En el Senado sí desaparecería la lista, pero elijirían cuatro senadores de representación proporcional por entidad, con lo cual se mantendría el número actual de 128 senadores. 3) Los consejeros del INE y los magistrados del TEPJF sean elegidos con ¾ del Senado actual para garantizar perfiles altos, independientes y consensuados. 4) Que el financiamiento público tenga una distribución más equitativa, pasando del 30% igualitario y 70% según la última votación, a 50% y 50%.
El oficialismo tiene los votos para imponer la contrarreforma autoritaria, pero el reto es que se escuche la voz ciudadana en un debate público informado. La propuesta del IETD sirve para eso al poner el foco en los grandes temas, desde una visión democrática.