México ante su mayor amenaza
No obstante la precariedad presupuestal que enfrenta siempre, porque en Guerrero el erario público jamás ha desbordado recursos por su condición de entidad pobre y rezagada, es notable que debido a la estricta disciplina aplicada en el gasto público reorientada al combate de la pandemia y a una amplia política intersecretarial para enfrentar el desafío, en este momento el estado sigue manteniéndose porcentualmente en media tabla nacional respecto al Covid 19, pues aquí el número de casos y víctimas no ha explotado como en otras regiones del país.
Esto es resultado del trabajo del Ejecutivo local y de la abrumadora campaña permanente de difusión y concientización, que con mucha creatividad se ha desplegado por todas las regiones. Eso ha permitido que a pesar de la necedad y tozudez de muchos guerrerenses que, víctimas de su ignorancia, hacen caso omiso del gran número las consignas que establece la emergencia sanitaria, la pandemia no se salga de control, lo que para las condiciones del sistema hospitalario estatal sería catastrófico.
Una y otra vez, todos los días, en todos los foros, a través de todos los medios, el gobernador Héctor Astudillo Flores no ha cesado de advertir el terrible riesgo que representa para la salud de todo el hacer caso omiso a las recomendaciones sanitarias, que no inventó él, ni siquiera el gobierno federal, sino la Organización Mundial de la Salud, que es la máxima instancia de la materia en el planeta.
Lo mismo encabeza a primera hora la Mesa para la Construcción de la Paz, donde ahora no sólo se atienden los problemas de la inseguridad y la violencia, sino también la estrategia coordinada contra la pandemia, como también supervisa el acondicionamiento de hospitales y el envío de insumos médicos, se reúne permanentemente con funcionarios sanitarios y alcaldes y acude frecuentemente a Ciudad de México para gestionar mayor respaldo y recursos del gobierno federal, con el que mantiene una permanente coordinación y contacto.
Este martes, por ejemplo, se reunió en palacio de gobierno con los directivos del antiguo Seguro Popular, que hoy es el Instituto de Salud Para el Bienestar (Insabi), con quienes concretó acuerdos para darles certidumbre laboral a muchos trabajadores de la institución, con el objetivo de darles tranquilidad en ese aspecto para que puedan desarrollar sus labores sin mayor apremio en estos tiempos de emergencia.
Lamentablemente en contraparte la sociedad, nosotros, todos los demás, evidentemente no estamos a la altura de esos esfuerzos. Miles de personas salen a las calles, no se quedan en casa, no guardan su distancia y mucho menos se protegen. Esto se ve en todas partes, en áreas comerciales, en los pueblos, en los mercados, incluso en las viviendas, donde las reuniones familiares continúan sin límite hasta la madrugada.
Algunos incluso no sólo niegan la existencia del coronavirus, sino afirman que es un pretexto del gobierno para matar a la gente. Este criterio estúpido e inaudito ojalá les sirva de algo si llegan a estar alguna vez intubados en una cama en una agonía sin fin. Esa, dicen los médicos, es una muerte atroz que no se le desea a nadie. Morir simplemente porque se quedan sin aire. Escalofriante.