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CIUDAD DE MÉXICO, 29 de septiembre de 2018.- La tecnología y los avances en conservación brindan la oportunidad única de contemplar directamente el manuscrito legible más antiguo de Mesoamérica, exhibido en una cápsula anóxica de 1.75 metros de largo, que elaborado en amate hace más de ochocientos años, entre 1021 y 1152 D.C., es el calendario de Venus y un documento adivinatorio de los mayas del periodo Posclásico temprano.
La Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Museo Nacional de Antropología, presenta la muestra Códice Maya de México. Eslabón, fuente y testigo, culminación del gran proyecto integral de investigación, coordinado por Sofía Martínez del Campo Lanz y Baltazar Brito Guadarrama, que despejó las dudas en torno a su legitimidad del polémico documento, y destaca las implicaciones para la cultura mexicana de la ratificación del único códice maya en México.
Inaugurada en el marco de la 26 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia, bajo la curaduría de la restauradora Sofía Martínez del Campo Lanz y la arquitecta María del Pilar Cuairán Chavarría, expone además del códice, todos los resultados de la investigación, mediante una curaduría y un lenguaje narrativo incluyente y asequible, para todos los habitantes del recinto, entre los que se cuentan miles de estudiantes de educación básica.
Martínez del Campo Lanz, quien trabaja en el Proyecto de investigación para exposiciones de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, destacó la titánica labor que implicaron los estudios de materiales y diagnósticos de conservación, de datación de fibras, el análisis antropofísico de los personajes representados, la identificación de ataque biológico en el códice y un estudio ritual de todo el contenido del calendario, con una propuesta de los días en que ocurrieron en los eventos representados en él, con base en los movimientos de Venus durante el Posclásico temprano.
“El conjunto de resultados determina que todos los materiales son los utilizados en la época prehispánica; que la complejidad y la congruencia de su contenido ritual es imposible de haber sido conocida por un falsificador del siglo 20, y que los hechos representados y la austeridad del códice corresponden con una época de crisis en Mesoamérica”, aseguró la curadora, quien destacó la importancia de la presencia del azul maya, “se identificó el índigo que es el colorante con el que se elabora y la arcilla paligorskita, que es el mineral que hace que el índigo se vuelva permanente, resultado que es rotundo para autenticar la antigüedad del códice”.
Planteada bajo los enfoques histórico, cosmogónico y científico, la exposición, dividida en cinco módulos y articulada alrededor del códice encapsulado con gas argón para impedir la proliferación de microorganismos y mantener una humedad estable, cuenta con recursos interactivos con información contextual, a través de herramientas tecnológicas y lenguaje Braille, dando accesibilidad a todos los visitantes.
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