Evadir los problemas, eludir su responsabilidad por corrupción, negligencia o complicidades con la delincuencia es la característica principal del gobierno municipal de Acapulco a cargo de Evodio Velazquez.
En el tema de la seguridad pública ha sido totalmente irresponsable, se la pasa repartiendo culpas al gobierno federal y estatal y no hace nada concreto por atender las obligaciones que le corresponden como autoridad. Sólo simula, de su supuesto “Escudo Acapulco” ya ni por error lo menciona.
Es tan cínico Evodio que encabeza y patrocina marchas en Chilpancingo demandando seguridad pública, mientras los asesinatos y extorsiones se incrementan en Acapulco.
El artículo 21 de la Constitución Política de la República establece con precisión que la seguridad pública es una responsabilidad que le corresponde a la federación, el estado y los municipios, no obstante el liderazgo en el tema lo debe llevar la autoridad de la demarcación correspondiente.
En aquellos lugares de México y el mundo en que lograron recuperar la seguridad y bajar los índices delictivos, sus alcaldes o jefes de Gobierno se pusieron al frente de la estrategia y la operación de la misma para mejorar la seguridad pública. En Acapulco sucede todo lo contrario, Evodio Velázquez prefiere inaugurar estatuas, hacer viajes inútiles y desviar recursos para su corrupción que mejorar la seguridad pública.
Al grueso de los elementos de la policía municipal los mantiene sin certificar, incluyendo a diversos mandos policiacos. Incluso nombró un Secretario de Seguridad Pública reprobado en control y confianza que tuvo que ser cesado porque el propio Secretario de Gobernación exhibió que no contaba con los estudios necesarios.
Gran parte de los elementos de la corporación municipal responden a los intereses de la delincuencia y el alcalde lo permite, auspicia y tolera. En los informes que presenta al Cabildo porteño el actual jefe de Seguridad Pública municipal sólo da cuenta de que detienen a personas en estado de embriaguez o haciendo necesidades fisiológicas en la vía pública, y que no detienen a ningún delincuente o extorsionador, quienes pueden perpetrar sus actos criminales impunemente sin que la policía municipal haga algo al respecto.
La policía de Evodio sólo detiene borrachos, extorsiona a automovilistas y le deja el campo libre a los delincuentes que tienen sometido a un régimen de terror a la población.
Cuando se suscitó una balacera en plena costera, en el parque de La Reina, el sábado de Semana Santa, en la que fueron asesinadas dos personas y varias más sufrieron lesiones, lo que hizo la Policía Turística en lugar de ir detrás de los delincuentes fue echarle tierra a la sangre que dejaron las lesiones provocadas por las balas en los muertos y heridos, lo cual además de desnudar la inoperancia y complicidad de la policía, es motivo de responsabilidad penal por alterar la escena del crimen.
Recientemente en Zihuatanejo un operativo federal y estatal trajo como resultado la detención de varios elementos de la policía municipal de aquel municipio costeño, por sus ligas con la delincuencia organizada, bien harían en emprender acciones también en Acapulco al respecto.
Mientras tanto el alcalde acude a Colombia a intercambiar “casos de éxito” en materia de seguridad, sin duda una broma de mal gusto. Esa es su simulación hacer como que hace, para no hacer nada y mantener las cosas iguales.
En Colombia donde funcionaron las estrategias de seguridad pública, alcaldes como los de Bogotá y Medellín, en su tiempo, se pusieron al frente de la operación y actuaron en consecuencia, evidentemente en Acapulco con Evodio Velázquez sucede todo lo contrario.
Es claro que con una autoridad municipal como el actual alcalde de Acapulco que, en los hechos, es aliado de la delincuencia no se podrá mejorar la seguridad pública.
Evidentemente en temas de servicios públicos municipales, obra pública y varios temas más existen grandes pasivos del gobierno en curso, pero por razones de espacio los trataremos en otra ocasión.